viernes, 28 de febrero de 2014

Paris

Viernes, 28/02/2014

En Junio de 2007, fui a vivir durante 6 meses a París. Fue una experiencia inolvidable, uno de los momentos más felices de mi vida.

Hoy acabo de volver de pasar otros maravillosos 5 meses en esa ciudad que tan bien me acoge. Ha habido millones de momentos irrepetibles que no quiero que se escapen de mi deficiente memoria.


Esas cenitas con Carmen, Cedric y Ulyses. Ulyses con su maravillosa sonrisa y sus ojillos de embobadillo a verme, siempre queriendo conquistarme. Carmen con sus charlas y su comprehensión, sus ánimos y sus ganas de hacer de Celestina. Cédric el mismo de siempre y aún mejor.



Esas obras de teatro de sordo-mudos IVT: Une sacrée boucherie y Krafff.


Esas mil y una quedadas a tomarnos unas cervezas con los coleguitas de trabajo.


La fiesta de la vendimia en Montmartre con algunos compis de curro.



La noche de Halloween en el Black Dog disfrazados y tomándonos cuellos de jirafa.


Me encantaba hacer de zombie andando por Paris.


La soirée electro-swing con Noémie y Sylvie. Esas raves en los bosques de Picardie.



Ese super desayuno al sol en la casa de LuDo. Visitando Campiegne con Noémie.



Ese partido de tenis en Bercy animando a los españoles.



Ese fin de semana en Lyon.



Reencontrando a Jeremy y Pauline que conocí en Vietnam.



La visita de Carlos.



Las Cuatro Estaciones en la Saint-Chapelle. Ese concierto de organo en Notre Dame bailando contact con Carlos.



Esos paseos por Fraebourg-Montmartre.



Las reuniones de cumpleaños en las que no falla nadie.


Las reuniones de cumpleaños donde sobran personas.


La visita de Fredi.


Ese fin de semana payasil con Fredi y Pablo en la casa de Christian. 



Con el organillo hasta las tantas.


La  comida de los Reyes Magos.


Todos esos espectáculos circenses, en especial Kooza del Circo del Sol.


La visita de Manel.


Esa raclet de reencuentro con David. 



Los juglares en la plaza del Palacio de Tokio conmemorando el décimo año en el que se juntaban todos.


La visita de Enric.



Esos bailes contacteros y bluseros.



Esos paseos por Paris a las orillas del Sena.


Los fines de semana familiares en Picardie con Noemie. Las comidas caseras de su madre.


Esa batalla de hip-hop.


SUNKINDARKNESS

domingo, 16 de febrero de 2014

No salgas con una chica que viaja

Domingo, 16/02/2014

Adi es una muchacha que relata en su blog lo que encuentra por sus viajes. Para poder vivir a su aire se hizo profesora de yoga, lo que le facilita encontrar trabajo en cualquier lugar del mundo. En su blog, donde cuenta sus cosas, ha escrito un artículo en el que advierte los peligros de salir con una chica que le guste viajar. Este es el texto:



Ella es la del pelo desordenado, despeinado, coloreado por el Sol. Su piel está lejos de la piel blanca que tenía antes. Heridas y quemaduras aquí y allá. Pero por cada defecto en su piel, tiene una historia interesante que contar.

No salgas con una chica que viaja.  Es difícil de complacer. La habitual cita de cena-película en el centro comercial la matará. Su alma ansía nuevas experiencias y aventuras. No se impresionará con tu nuevo coche o tu reloj caro. Preferiría escalar una roca o saltar de un avión que oírte fanfarronear de todo eso.

No salgas con una chica que viaja porque te insistirá en reservar un asiento de avión cada vez que haya vuelos baratos. No saldrá de fiesta por Republique. Y nunca pagará más de $100 en Avicii, porque sabe que un fin de semana de fiesta equivale a una semana en un lugar mucho más emocionante.

Lo más probable es que no tenga un trabajo estable. O quizás, esté soñando despierta con renunciar. Ella no quiere seguir trabajando por los sueños de otros.  Tiene su propio sueño y está trabajando para conseguirlo. Es una freelance. Hace dinero diseñando, escribiendo, realizando fotos o haciendo algo que requiere creatividad e imaginación. No pierdas su tiempo quejándote de tu aburrido trabajo.

No salgas con una chica que viaja.  Podría haber desaprovechado su título universitario y haber cambiado de carrera completamente. Ahora podría ser una instructora de buceo o una profesora de yoga. No está segura de cuándo vendrá la próxima paga. Pero no trabaja como un robot todo el día, sale y coge lo que la vida le ofrece y te reta a ti a que hagas lo mismo.

No salgas con una chica que viaja porque ella ha escogido una vida de incertidumbre. No tiene un plan ni una dirección permanente. Ella va con la corriente y sigue su corazón.  Baila al ritmo de su propio tambor. No lleva reloj. Sus días están regidos por el Sol y la luna. Cuando las olas llaman, la vida se para y ella se olvida de todo lo demás por un momento. Pero también ha aprendido que lo más importante en el mundo no es surfear.

No salgas con una chica que viaja pues ella tiende a decir lo que piensa. Nunca tratará de impresionar a tus padres o amigos.  Sabe de respeto, pero no le da miedo mantener un debate sobre temas que afectan el mundo o responsabilidad social.

Ella nunca te va a necesitar.  Sabe cómo levantar una tienda de campaña y arreglar sus propias aletas sin tu ayuda.  Cocina bien y no necesita que le pagues su comida. Es demasiado independiente y no le importará si viajas con ella o no. Se olvidará de informarte cuando llegue a su destino. Ella está ocupada viviendo el presente. Le habla a extraños. Conocerá muchas personas interesantes de otras partes del mundo,  que comparten su pensamiento, su pasión y sus sueños.  Se aburrirá contigo.

Así que nunca salgas con una chica que viaja a menos que puedas seguir su ritmo. Y si tú, sin querer, te enamoras de una, ni se te ocurra quedártela. Déjala ir.

ADI

miércoles, 5 de febrero de 2014

La irrealidad de la vuelta

Miércoles, 05/02/2014

El impacto de volver a España después de tanto contraste cultural, es siempre extraño.

En el caso de mi anterior aterrizaje en España, el ritmo adquirido durante el viaje y el pequeño trastorno al que mi vi sometida hicieron que durante 5 meses apenas permaneciese en un mismo lugar más de una semana. Puede decirse que pasé por un momento de locura transitoria donde quería estar con mis batalapeños y por lo que apenas pasé unos pocos días en Madrid para estar con los “míos”. El objetivo era continuar con esa sensación de felicidad extasiada de India.

En esta ocasión, la vuelta fue completamente diferente. Apenas me quedaban ganas, ni fuerzas, para poder someter a mi mente y cuerpo a más cambios. La necesidad de descansar y sentirme como en casa, de no moverme, de no recibir estímulos, hicieron que aquel apartamento que mi padre habilitó como “refugio” del mundo, sirviese a tal fin. Tan a gusto.

Los reencuentros fueron vividos. Me sorprendió gratamente ver que había gente con la que parecía tener más en común en ese punto de la vida y ver que gente con la que llevaba años sin tratarme estaban allí para recibirme. Se emanaba energía limpia y sincera. Claramente, también encontramos la contrapartida de que al haberte ido bastante tiempo lejos, la gente tenga una rutina en la que no se te englobe y a veces tratar de verse parece forzado.

La idea romántica de Madrid como hogar, se vio de nuevo quebrada a las pocas semanas de aterrizar. Uno tiende a idealizar cualquier cosa de la que está separado durante largo tiempo. Buscar trabajo, pensar en asentarme en Madrid como lugar para vivir, no era la opción más atrayente. Al caer en la cuenta que Madrid era la única opción de trabajo, me sentí enjaulada.

La vida provee, somos imanes que hacen que los sueños realidad, o quizás que las pesadillas no lo sean. Sin mucha complicación, aunque con un poco de angustia por la responsabilidad de encontrar trabajo, la vida me llevó al extranjero, París. Pareció perfectamente encajar en el plan de vida actual. Iría adaptándome a occidente poco a poco, sin agobios de planes a largo plazo, el trabajo en París era temporal.


SUNKINDARKNESS