martes, 3 de febrero de 2015

Vall de Núria

Martes, 03/02/2015

Llegaría a Serrat, en el Valle de Nuria, después de un trayecto en ave hasta Barcelona, un cercanías a Ribes de Fresner y un breve paseo en coche. Siete horas después de haberme escapado del trabajo, llegué a los Pirineos catalanes y allí me hicieron una pregunta: 

    - ¿Qué has pensado hacer estos días? -  Respirar.
El tiempo no podría ser más propicio: un precioso día soleado, seguido por uno con nieve, otro despejado y uno con un viento de muerte.


Pequeño paraíso invernal la casa de aquel chico que conocí en mis aventuras por Asia, Dani. Por aquel entonces era Febrero de 2013 y estábamos en El Nido (Filipinas), casi dos años más tarde nos volvimos a ver, en un medio completamente distinto, el suyo. 

    - No recordaba que fueses tan bajito dije (midiendo él tanto como yo).

Ese increíble ascenso hasta Nuria por un camino sin transito en invierno. Tratando de esquivar los arboles, que tumbados, cortaban el camino, a veces incluso gateando. Por supuesto, al llegar a la cima los pantalones que se me habían mojado al contacto continuo con la nieve de las ramas, habían tenido tiempo más que suficiente de congelarse y con el calor de la estación de sky a volver a humedecerse. La conclusión obvia hubiese sido catarro y sin embargo mi salud, después de dejar la nube tóxica de Madrid, era excelente.

Ese despertar encontrándose todo nevado. Ese leer al lado de la ventana mientras nieva fuera y estar arropado por la manta. Ese no más que hacer que ocuparse de hacer la comida a alguien cuando llegué. Ese paseo por el pueblo de Serrat, explorando la vida payesa, disfrutando de la calma, de la nieve y jugando con una cámara.

Esa agradable compañía, convivir, el pensar en otros, no preocuparse, dejar que el tiempo flote y que el reloj no importe. Contemplar el fuego.

Esa buenísima comida que tanto añoro de cuando en cuando, y ese idioma que tan bien comprendo y que se resiste a salir.


SUNKINDARKNESS