Martes, 05/05/2015
Pensaba que la opinión generalizada de Estambul estaba sobrevalorada, pero finalmente se me hizo corta la estancia. No tuve tiempo para ver todo lo que me hubiese gustado, ni de recorrer el bazar regateando, ni aprender a cocinar, ni de hacer suculentas compras de olivas, quesos, pastelitos...
Sin embargo conseguí ver 3 mezquitas diariamente, cada cual especial y diferente de la anterior... la que más me decepcionó fue la Mezquita Azul. El interior de la New Mosquee me pareció soberbio, y la mezquita Süleymaniye divina.
Nuestros anfitriones couchsurfer fueron increíblemente hospitalarios, jamás hubiese podido pensar en recibir tanto.
Mi compañero de viaje, Stephan, resulto ser tan extravagante como yo misma... Yo viajando con las gafas de cristales de colores y él con su calidoscopio.
Sin embargo si he de quedarme con un momento sería sin duda la visita a la mezquita Süleymaniye. El encuentro con es mujer que me hizo repetir sus rezos a Ala y esa terraza disfrutando de las increíbles visitas de Estambul, del Bosphorus y de la mezquita... Me recuerda a una noche que compartí en el mirador de Zaida contemplando la Alhambra, claro que esto un poco mas cutre.
Şile interrumpió mi disfrute de Estambul, sin embargo me encantó salir de la nube tóxica de la ciudad, llegar a la naturaleza y helarme en el mar Negro (sin flotar como esperaba ya que no es el mar Muerto). El faro al anochecer reluce cual bola de discoteca.
El atardecer en la zona asiatica contemplando el cielo infernal de la zona europea. Disfrutando del paseo marítimo, de unas cervezas y de la pesca de los pájaros. Habré de volver.
SUNKINDARKNESS