Martes, 03/04/2012
Llegamos a Varanasi por la mañana un poco somñolientos de la mala noche del tren. Uno de los couchsurfers nos estaba esperando en la estación para dejarnos en una guest house cerca de las gathes. Tras una ducha salimos a comer y luego tras una merecida siesta nos levantamos como zombies para ir a dar un paseo por las gathes.
Al principio del paseo no me enteraba de nada, mil imagenes inconexas aparecían ante mí y mi limitado cerebro no podía analizarlas y catalogarlas todas. En algún momento desperté y vi salir a un grupo de búfalas del ganges. Ahí fue cuando me enamoré de Varanasi.
Anduvimos hasta el gran crematorio y nos quedamos sentados cerca de media hora en sus escaleras. Intentaron vendernos drogas varias al ver que no estábamos interesados, intentaros echarnos de las escaleras... mas sólo hasta que decidí irme nos mantuvimos sentados. Los fuegos mortuorios alumbran la noche, y al lado un grupo de niños jugando al cricket.
Nos encontramos con otro couchsurfer que me hizo ver la ciudad a través de sus ojos y me quedé anonadada por su manera de ver la vida, las horas pasaban volando.
Al día siguiente al levantarnos, hicimos la mochila para mudarnos a un guest house más céntrico y barato. Dimos un paseo por el mercado. Comimos con nuestros amigos de couchsurfing y luego dimos un paseo en barco por el ganges hasta la otra orilla. Al volver a Varanasi nos tomamos un bang lassi y fulminados caímos en una espiral de risas que se vio interrumpida al tomarnos un ginger lemon honey.
El jueves nos levantamos antes del amanecer y nos acercamos al Ganges a hacer yoga. Al final acabé haciendo yoga yo y Zipi tomándose un chai en las ghates. Una niña se sentó a mi lado y al abrir los ojos tras mi meditación me pidió un chai con galletas. Desayunamos juntas al lado del holi river.
Tras una siesta matutina, fuimos a comprar algunas pashminas, decepcionados por los precios y sin ganas de regatear volvimos al hostal. Por la tarde yo estaba un poco desganada, pero acompañé diligentemente a Zipi con sus compras. Fuimos a ver la puja . Cansada volví a casa y Zipi se fue a cenar. Trajo al cuarto un lassi para mi y dos tarros de nata de búfala que se tragó como un pato.
El viernes Zipi amaneció enfermo, como siempre que íbamos a hacer un trayecto largo de viaje, sí que decidimos quedarnos un día más disfrutando de Varanasi y sus encantos. Por la mañana descansamos en el cuarto, yo leía mientras él andaba yendo y viniendo al cuarto de baño y por la tarde más compritas.
Al día siguiente yo preparaba mochilas mientras Zipi fue a comprar algunas cosas más que tenía en mente. Cogimos un auto y a la estación de autobuses destino Nepal.
SUNKINDARKNESS