Viernes, 15/03/2013
Llegamos a Puerto Princesa a las 17h
tras 3h de autobús desde Sabang. El paisaje era hipnótico, así
pues el viaje no se me hizo largo.
Al llegar regateé el tricycle hasta
casa de Elvie mi nueva host y Bruno y yo llegamos a una enorme y
preciosa casa. Nos sirvieron una coca-cola y nos sentamos a esperar
llegar a nuestra anfitriona, pero tras un buen rato cansados de
esperar Bruno se fue a la ducha y yo me encontré con Ben, un CS
alemán que me orientó un poco sobre la zona, los supermercados y me
contó un poco sobre la vida de Elvie.
Tras mi ducha, Bruno y yo fuimos al New
Market a comprar cosas para la cena de los próximos días y luego al
Robinson Mall para comprar los productos delicatessen de nuestras
tierras.
Al llegar a casa Elvie nos invitó a
cenar, así pues nuestros planes de cenar pasta pasaron a ser cenar
arroz con pollo.
Ben orientó la conversación de lo
picante de nuestras antiguas relaciones hasta la espiritualidad de
como vivir en este mundo y entenderlo. La conversación se nos hizo
super amena hasta media noche que decidí irme a acostar y el resto
siguieron mis pasos.
El miércoles Bruno, Elvie y yo nos
despedimos de Ben que seguía camino y nosotros nos fuimos al centro a
hacer varios recados: comprar pan, azúcar, aguacates, ir a correos,
comprar el billete de Ferry para Bruno, arreglar mis nuevas chanclas
recicladas, cambiar dinero...
De vuelta en casa, Bruno y yo comimos
algo de fruta y nos encaminamos a la playa donde en vez de darnos un
chapuzón, nos pusimos a charlar de una manera un poco más
abiertamente sobre el mismo tema del día anterior.
Volvimos a casa y nos pusimos a cocinar
como locos. Bruno pescado, berenjenas, mayonesa y brushettas. Yo
guacamole, gazpacho, tortilla de patatas y arroz con leche. Comimos
las bruschettas regadas con un delicioso vino blanco.
El tiempo pasó volando y la hora
estimada de la cena se retrasó enormemente, pero tras acabar
completamente sudada de cocinar me di una ducha, me puse de gala y me
senté a cenar los manjares de mi tierra acompañados por un buen
vino tinto chileno. Lo de Bruno tendría que esperar al día
siguiente. Los filipinos no disfrutaron tanto de mi gastronomía
El jueves tras desayunar algo de fruta
y arroz con leche, nos fuimos a visitar Aloha House un orfanato en
una granja orgánica completamente autosuficiente. Fue muy interesante
ver todo el proceso en funcionamiento.
Volvimos a casa de Elvie con tiempo
suficiente como para preparar un poco de pasta que acompañada por el
atún, algunas verduritas y mayonesa se nos hizo super sabrosa.
Acompañé a Bruno hasta el puerto, me
fui colando etapa por etapa con amplias sonrisas y gentiles preguntas
hasta el barco. Tras algo de charla y un cigarrillo nos despedimos en la cubierta del barco de la misma manera que nos conocimos 15 días antes en Manila. Sonrisas de alegría por lo que hemos compartido, pero pena en la mirada por la separación.
Antes de volver a casa me pasé por la
preciosa iglesia azul celeste de al lado del pueblo a dejar fluir mi
energía hasta quedarme sin nada y así coger el minicab.
Elvie me presentó a sus nuevos CS de
Manila, pero sin muchas ganas de tener compañía respetaron mi
intimidad.
Cené algunas sobras bastante temprano y se puso a llover no pude evitar preguntarme como estaría Bruno en la cubierta del barco.
El resto cenaron a las 20h. Tras terminar Elvie y Anton me llevaron a comer un helado y a dar un paseo por el paseo marítimo que terminaba en el muelle donde despedía a Bruno unas horas antes.
De vuelta en casa preparé mi mochila para la siguiente aventura, el viernes me levantaría a las 5h preparé unos sandwiches y Anton me llevó al aeropuerto. Cogería un vuelo a Manila y de ahí otro a Kota Kianbalu, Malasia.
Cené algunas sobras bastante temprano y se puso a llover no pude evitar preguntarme como estaría Bruno en la cubierta del barco.
El resto cenaron a las 20h. Tras terminar Elvie y Anton me llevaron a comer un helado y a dar un paseo por el paseo marítimo que terminaba en el muelle donde despedía a Bruno unas horas antes.
De vuelta en casa preparé mi mochila para la siguiente aventura, el viernes me levantaría a las 5h preparé unos sandwiches y Anton me llevó al aeropuerto. Cogería un vuelo a Manila y de ahí otro a Kota Kianbalu, Malasia.
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