lunes, 25 de septiembre de 2017

Valle del cocora - PNN de los Nevados

Lunes, 25/09/2017


Esta es nuestra aventura por uno de los lugares más mágicos de Colombia. Del Valle del Cocora hasta El Cedral fueron aproximadamente 82Km que hicimos en 5 días y 4 noches con completa autonomía. Ascendimos de 2400m hasta el paso de 4448m, con el desnivel más pronunciado de 1400m. Terminamos a 2130m.


Empezamos en Salento tomando uno de los jeeps hacía el valle de Cocora.


Durante el camino de subida en auto, se puede percibir lo que es la promesa del Valle del Cocora... ese verdor rodeado de palmas.


El valle del Cocora (2100m) te deja sin palabras por su belleza, una de las mejores partes del recorrido.


Atravesaremos veredas sobre troncos y puentes colgantes a punto de derrumbarse.


Dejaremos atrás el verdor del valle, para adentrarnos en el bosque.


Un pequeño descanso en Estrella de Agua para tomarnos una rica agua panela con queso y un sandwich, y seguiremos con nuestra cruzada.



Ascenderemos más de 1400m de desnivel, hasta el puro agotamiento.


Dejando atrás el bosque y llegando a los páramos. Atravesaremos zonas de extraña vegetación llenas de barro.


Y llegaremos a la cima del cerro de la virgen a 3800m de altura, donde el viento corta la cara.


Al final del día nos encontraremos acampando y cenando en una de las fincas ganaderas, en particular en La Playa (Aquilino). Finca Primavera tenía un mejor ambiente y nos hubiese gustado quedarnos allí, sólo que hay que reservar con antelación.


Al día siguiente comienza la cruzada con un paisaje bastante monótono.


Interrumpido sólo por la Laguna del Encanto.


La bella zona de acampada de las Cuevas de López.


Y la preciosa imagen del nevado de Tolima.


Tras pasar el día en el Valle del Placer, nueva ascensión hacia Termales del Cañon. Un desnivel agotador.


Las termales en un paisaje divino te esperan en esta finca potrera.


Una de las cosas de esta finca es que puedes cocinarte tu propia comida.


Hermosas estrellas las que se ven desde los Termales del Cañon al anochecer.


Al día siguiente, desayunamos con algunos de nuestros vecinos de tienda de campaña.


Abandonamos el paraíso de Termales del Cañon.


 Para descender de nuevo al valle del Placer.


Y cruzar el río Totare.


Esas vaquitas que están por todo el PNN de los Nevados y que mantienen los senderos abiertos.


A media mañana se llega a Aguasblancas una finca ganadera de grandes dimensiones, demasiado grande para ser sólo autonoma.


Un nuevo ascenso cruzando los páramos, dejando atrás definitivamente el nevado de Tolima.


Para bordear el nevado del Quindío.


Tras andar por zonas dónde el camino apenas está marcado, el corazón te da un vuelco cuando por fin ves la finca a lo lejos.


Sin embargo, aún queda lo más difícil. Atravesar la zona de humedales, casi pantano.  


Algunos extraños bultos verdes con miles de espinas enanas permiten no hundirse en el lodo.


Finca África al fin, de mucha belleza con su pequeño estanque con patos y gansos.


Compramos algo de queso campesino para complementar nuestras provisiones.


Seguimos camino hasta la Laguna del Silencio, ya exhaustos decidimos acampar justo a tiempo.

Las nubes nos rodearon, empezó a llover. Nuestra tienda no tenía doble techo y tampoco era muy impermeable. Empezó a filtrarse el agua por las costuras y zonas que tocábamos sin querer. Toda la noche pasando la toalla por las zonas mojadas, escurriendo el agua en taper de la cena y con los sacos de dormir mojados por todos lados. 


Tras la mala noche a 4200m de altura, nos fuimos de la Laguna del Silencio.


Ascendimos por el valle.


Pasando nuevas zonas de humedales.


Hasta llegar al paso de más altura de nuestro periplo con 4448m.


Daba gusto descender y encontrar vegetación nueva.


Las nubes volvían amenazarnos con pequeñas lluvias.


Aunque fue efímero, enseguida volvimos a ver los frailejones tan característicos del PNN de los Nevados.


La laguna de Otún, ya estaba a la vista... y más nevados: Santa Isabel, el nevadillo, el Quindío.


Durante el descenso vimos verdaderas bellezas naturales.


Al llegar a la laguna de Otún, en el hotel nos pidieron que pagáramos el ingreso al parque de los nevados.


Dejamos la laguna atrás, para seguir camino.


A pocos metros se llega a unas azufreras.



El río queda rojizo y las tierras de alrededor merman.


Sin embargo, algunos kilómetros después la vida brota con esplendor.


Uno de nuestros momentos de pausa.


Es precioso ver como las nubes se internan en los valles.


En poca distancia el paisaje cambio drásticamente a bosque y se torno verde.


Al final del día finca Jordán, sin lugar a dudas un paraíso comparable a los Termales del Cañon.


El último atardecer que pasaríamos en el PNN de los Nevados, y las correspondientes lluvias nocturnas. El invierno había llegado a los Nevados.


El último día dio comienzo, en nuestras caras se veía reflejado el cansancio de 5 días de caminata y 4 noches de acampada.


Nuestros pasos ya no eran tan enérgicos, vacilaciones en la toma de decisiones sobre que piedra pisar a continuación. Cada vez caminábamos más lento.


Aunque el camino bien lo merecía, pequeñas cascadas.


Ríos con enormes rápidos.


Y del bosque a la selva, donde mariposas, arañas, y miles de pajaritos se podían ver por cualquier lugar. Una de las mejores partes del parque sin lugar a dudas.


A la llegada al Cedral descanso general. A falta de cerveza, una malta Pony.


Menos mal que la Chiva nos llevaría a la civilización de nuevo.


Una vez en ésta, mareo por la cantidad de vehículos, ruido, gases nocivos. Tan desconcertada iba que no vi la alcantarilla sin tapa. Metí la pata izquierda, dando de bruces contra el suelo.

SUNKINDARKNESS