Domingo, 17/02/2013
James y yo partimos con su moto de Siem Reap a las 11h30 dirección Kampong Cham. Llegaríamos a las 17h con las pieles algo enrojecidas por el sol.
Durante el trayecto vimos un montón de pueblecitos, campos, un gran lago con búfalas bañándose... en resumen Camboya. Paramos para hidratarnos y a repostar varias veces.
El tráfico, o quizás la manera de conducir de los camboyanos, o quizás que James a veces iba un poco rápido como para poder prever el caótico plan de conducción de los camboyanos, nos expuso a un par de posibilidades de accidente. La suerte estuvo de nuestra parte y no paso nada.
Uno de los posibles accidentes hubiese sido con un camión que estaba aparcado y que justo cuando pasábamos a su lado se metió en circulación, y el otro hubiese sido con una moto que iba a cambiar de sentido sin mirar.
A la llegada a Kampong Cham buscamos un sitio barato donde dormir y tras una merecida ducha, un chico del guest house me acompañó al mercado a comprar la cena. James y yo fuimos al lado del río a uno de los pequeños restaurantes a beber cervezas y a cenar nuestra barata cena. Era un sitio perfecto y lo disfrutamos muchísimo.
Tras unas pocas -muchas- cervezas cambiamos de lugar a un banquito y fue cuando los borrachillos del pueblo empezaron a charlar con nosotros para ver si les dábamos pitillos y dinero para alcohol. Hubo un momento en el que me harté y les pedí que se fueran, fue entonces cuando retaron a James primero a un combate a lo que me opuse. Terminaron haciendo flexiones con una mano y luego a un pulso. James a lo primero perdió a lo segundo ganó.
El sábado tras un desayuno tardío, James y yo cogimos la moto para visitar las islas del Mekong. Cruzamos el puente de bambú, pagamos el peaje y seguimos la vía principal hasta que llegamos a la zona de campos.
Los pueblecitos me recordaban a Meung Char, aunque estos tenían las columnas o al menos su comienzo en
hormigón, supongo que en época de lluvias el Mekong desborda y por
eso la arquitectura aquí cambiaba ligeramente. También se percibía
que las casas eran mejores, supongo que por la abundancia de tierras
fertiles de alrededor.
Tras perdernos por diversos caminos y
admirar el paisaje de repente salimos a un claro que daba al río y
llegamos a donde se cogía el ferry para salir de la isla. Pedimos
unas botellas de agua y nos sentamos a esperar a que regresase el
ferry. Mientras me puse a charlar con la mujer en mi pobre camboyano
sonriente, poco a poco empezó a aparecer gente para coger el ferry.
Cruzamos al otro lado y me sorprendió
que me pareciese aún más bonito y auténtico que la islita
turística. La gente, sobre todos los niños, saludaban, sonreían, nos
perseguían en la moto. Paramos a tomarnos unos polos y luego nos
metimos por un camino de dunas. Lo tuve que recorrer a pie mientras
James intentaba evitar caerse de la moto.
Llegamos de nuevo a Kampong Cham llenos de polvo. Tomamos una cerveza y picamos algo.
Tras la breve pausa de la comida, fuimos a Nokor Wat a visitar las ruinas Khmer. Me sorprendio gratamente descubrir un templo budista en medio de las ruinas, llenando así de color la zona.
Cerca se supone que hay un mausoleo dedicado a las víctimas de los Khmer Rouge, que no llegue a ver y si lo vi me pasó desapercibido.
Hice el circuito al rededor del templo, vi a las monjas lavar los suelos de las capillas, a un mono corretear por los alrededores y acabé escalando para hacer unas maravillosas fotos de la fusión entre antiguo y nuevo.
Anduve un rato entre las tumbas del cementerio y terminamos viendo la puesta del sol sentados en un murito khmer.
Volvimos al centro y tras un refresco,
la ducha y algo de internet, fuimos al mercado a comprar la cena para
repetir lo que hicimos el día anterior. Compramos salchichas,
costillas de cerdo, arroz, verduritas con carne, tortilla de
camarones... y a tomarnos unas cervezas al lado del río, sólo que
esta vez los mosquitos atacarían y al final optamos por irnos a
algún sitio más civilizado a probar suerte, no la tuvimos. A las
22h decidí guarecerme de los mosquitos en el hotel.
El domingo me levanté y con todas mis
cosas fui al mercado a buscar alguna minivan barata que me llegase a
Siem Reap, no hubo suerte y al final tuve que comprar billetes de
autobús para las 12h. Me fui a hacer tiempo desayunando con James,
nos dijimos de nuevo adiós y de nuevo a la estación de autobuses.
SUNKINDARKNESS