Miércoles, 27/02/2013
El vuelo llegó puntual a las 2h a Manila, sólo que yo debía de esperar hasta las 7h a que Milos mi nuevo anfitrión me viniese a buscar al aeropuerto. Tapada con mi sábana india en un rincón del aeropuerto mal dormí en el frío suelo.
A las 7h me encontré con Milos y con su ama de llaves, Emma. Emma y yo nos fuimos en taxi a casa, mientras que Milos se iba a trabajar. Tras el desayuno de arroz con huevos y algo como carne de ternera en lata me fui directa a mi cuarto en la azotea donde el sol quemaba. Menos mal que el hombre creo el aire acondicionado y los ventiladores.
A las 13h30 bajé dispuesta a poner una lavadora, pero no había así que la pobre Emma con todo el calorazo se puso a lavar toda mi ropa, incluida mi mochila, mientras yo veía una película. Me hizo la comida: arroz con salchichas y longaniza, pan di sal con queso. Comí queso como si no hubiese mañana.
Fuimos al mercado a comprar algunas cosas y de regreso a pasear a coco el perro de Milos. Fui descubriendo poco a poco la cantidad de palabras que hay en común entre el español y el tagalong (filipino).
Milos llegó para cenar y me puse de nuevo hasta las trancas. Charlamos un buen ratazo y nos tomamos unas copitas de vino antes de ir a dormir.
El martes después de un alucinante desayuno de arroz frito con ajo, bacon y tortilla de tomate. Milos, Emma y yo fuimos a Manila. Milos nos dejó en el metro y se fue a trabajar.
Emma y yo visitamos la Loneta donde hay una interesante maqueta de Filipinas. Pude observar todos los puntos interesantes de turismo de las islas. Ande por el Parque de Rizal haciendo fotos a Emma pues quería que luego se las imprimiese.
Pasito a pasito llegamos hasta Intramuros. Es increíble ver la muralla tan castellana rodeada de bellos plataneros. Una especie de alegría al mismo tiempo de añoranza me embargaba al atravesar los arcos, al tocar la piedra... Burgos.
Anduvimos por la muralla de baluastre en balusatre viendo los cañones y viendo a los adolescentes disfrutar de un largo tranquilo donde relacionarse mirando el precioso verde del campo de golf que entorna la antigua fortificación española.
Llegamos a Fuerte de Santiago y cruzamos su esplendida puerta para así llegar a un trozo de la historia que algo mueve en mí.
Mi último adiós
¡Adiós, Patria adorada, región del sol querida,
Perla del mar de oriente, nuestro perdido Edén!
A darte voy alegre la triste mustia vida,
Y fuera más brillante, más fresca, más florida,
También por ti la diera, la diera por tu bien.
En campos de batalla, luchando con delirio,
Otros te dan sus vidas sin dudas, sin pesar;
El sitio nada importa, ciprés, laurel o lirio,
Cadalso o campo abierto, combate o cruel martirio,
Lo mismo es si lo piden la patria y el hogar.
Yo muero cuando veo que el cielo se colora
Y al fin anuncia el día tras lóbrego capuz;
si grana necesitas para teñir tu aurora,
Vierte la sangre mía, derrámala en buen hora
Y dórela un reflejo de su naciente luz.
Mis sueños cuando apenas muchacho adolescente,
Mis sueños cuando joven ya lleno de vigor,
Fueron el verte un día, joya del mar de oriente,
Secos los negros ojos, alta la tersa frente,
Sin ceño, sin arrugas, sin manchas de rubor
Ensueño de mi vida, mi ardiente vivo anhelo,
¡Salud te grita el alma que pronto va a partir!
¡Salud! Ah, que es hermoso caer por darte vuelo,
Morir por darte vida, morir bajo tu cielo,
Y en tu encantada tierra la eternidad dormir.
Si sobre mi sepulcro vieres brotar un día
Entre la espesa yerba sencilla, humilde flor,
Acércala a tus labios y besa al alma mía,
Y sienta yo en mi frente bajo la tumba fría,
De tu ternura el soplo, de tu hálito el calor.
Deja a la luna verme con luz tranquila y suave,
Deja que el alba envíe su resplandor fugaz,
Deja gemir al viento con su murmullo grave,
Y si desciende y posa sobre mi cruz un ave,
Deja que el ave entone su cántico de paz.
Deja que el sol, ardiendo, las lluvias evapore
Y al cielo tornen puras, con mi clamor en pos;
Deja que un ser amigo mi fin temprano llore
Y en las serenas tardes cuando por mí alguien ore,
¡Ora también, oh Patria, por mi descanso a Dios!
Ora por todos cuantos murieron sin ventura,
Por cuantos padecieron tormentos sin igual,
Por nuestras pobres madres que gimen su amargura;
Por huérfanos y viudas, por presos en tortura
Y ora por ti que veas tu redención final.
Y cuando en noche oscura se envuelva el cementerio
Y solos sólo muertos queden velando allí,
No turbes su reposo, no turbes el misterio,
Tal vez acordes oigas de cítara o salterio,
Soy yo, querida Patria, yo que te canto a ti.
Y cuando ya mi tumba de todos olvidada
No tenga cruz ni piedra que marquen su lugar,
Deja que la are el hombre, la esparza con la azada,
Y mis cenizas, antes que vuelvan a la nada,
El polvo de tu alfombra que vayan a formar.
Entonces nada importa me pongas en olvido.
Tu atmósfera, tu espacio, tus valles cruzaré.
Vibrante y limpia nota seré para tu oído,
Aroma, luz, colores, rumor, canto, gemido,
Constante repitiendo la esencia de mi fe.
Mi patria idolatrada, dolor de mis dolores,
Querida Filipinas, oye el postrer adiós.
Ahí te dejo todo, mis padres, mis amores.
Voy donde no hay esclavos, verdugos ni opresores,
Donde la fe no mata, donde el que reina es Dios.
Adiós, padres y hermanos, trozos del alma mía,
Amigos de la infancia en el perdido hogar,
Dad gracias que descanso del fatigoso día;
Adiós, dulce extranjera, mi amiga, mi alegría,
Adiós, queridos seres, morir es descansar.
José Rizal, 1896
Emma y yo de camino a Asia Mall intentamos cambiar euros sin suerte. Comimos en un pequeño restaurante en el centro comercial. Nos despedimos y yo me fui al starbucks a esperar a Milos.
Milos y yo nos fuimos a cenar a su restaurante favorito del centro comercial, yo un poco reticente a estar un sitio tan europeo y ya acostumbrada a mis pequeños restaurantes locales.
Al llegar a casa de Milos, Emma me regaló un rosario y una pulsera con una cruz, y Milos un saron para mi viaje por los países musulmanes donde bañarse en bikini está estrictamente prohibido. La gente es tan generosa en Filipinas.
El miércoles me encontré con M Jo en Manila con mi siguiente couchsurfer de la isla de Coron. Me llevó con el coche a Malakati a ver la zona de rascacielos y fuimos a comer abobo a la casa de su tío en el centro de Manila.
A las 17h cogimos un taxi hasta uno de los muelles y me dejó en el barco dirección a Coron. La gente en Filipinas es tan amigable, me regaló mi billete (más de 20€) con una sonrisa diciéndome "Welcome to the Phillipines!".
En el barco de Atienza vi una maravillosa puesta de sol en los muelles de Manila.
SUNKINDARKNESS