jueves, 31 de enero de 2013

Meung Char Village

Jueves, 31/01/2013

El martes 29 me encontré con Mr. Kim en el mercado ruso. No era ninguna sorpresa que fuese minusválido, pero a la vez verle sentado en el tuc tuc con tres niños bien vestidos y su silla de ruedas en medio si lo fue.

Fuimos en el tuc tuc hasta el lugar donde salía el transporte hacia nuestro destino. Llegamos allí y el conductor del minibus nos estaba esperando, pero Mr. Kim quería darles una buena comida a esos 3 huerfanos antes de separarse de ellos, así que me dijo que si quería podía ir al pueblo con el autobús y que él iría más tarde. Le dije que no.


Fuimos todos juntos a un centro comercial cercano del mercado central y cada niño recibió un helado de 1$ y entre los tres se comieron dos menús de pollo frito. Me contó que una vez cada 15 días o mes coge un pequeño grupo de huérfanos y se los lleva a la gran capital para que tengan un fin de semana especial. Dice que diariamente se gasta en cada huerfano 5$, pero que en ese fin de semana el presupuesto de cada uno es de 30$. Tiene en su centro 16 huérfanos.

Los niños comen hasta reventar y desde luego no se dejan ningún sólo hueso por roer. Cogen sus patatas y bebidas para el camino. Debo de hacer fotos para que luego las envié a sus patrocinadores.

Volvemos al lugar del coche, pero éste ya se ha ido, así pues tras divagar un poco con el tuc tuc por las calles, vamos hasta la zona del aeropuerto. Allí Mr. Kim y yo cogemos un coche hacia el sur de la ruta 3. Los huerfanos se van con el hombre del tuc tuc a visitar a su abuela, donde pasaran 5 días.

De camino paramos a saludar a los profesores de la escuela sucia de Kok Angkogn, esta vez limpia, donde acabé durmiendo el primer día de mi llegada a Camboya. No dio tiempo para nada. Uno de los profesores ni se acercó a saludar a Mr. Kim.


Seguimos camino y unos 5 minutos más tarde el coche nos apea al comienzo de una carretera sin asfaltar. Subimos cada uno en una motocicleta, Mr. Kim con su silla de ruedas, y nos llevan hasta una chocita en la aldea de Meung Char. 

Toda la gente se agolpa para ver a la recién llegada blanca, por lo visto anteriormente estuvo una austriaca conviviendo con ellos durante una semana.


Mr. Kim me cuenta que esa choza se va a reparar. A la mañana siguiente debemos ir a Phnom Penh a comprar madera y que empezaremos a reparar la casa. Quiere que haga fotos de como se carga el camión, de como se descarga y de como arreglamos la casa, para así poder enviarlas a los patrocinadores y amigos.

Charlamos durante un buen rato y su discurso, su manera de ver la vida me gustan.


Se va a su casa a unos 6 Km y yo me quedaré durmiendo en el pueblecito en la casa de una abuelita que tiene 10 hijos y de las que 4 siguen viviendo en los alrededores. Desde luego el intercambio cultural es enorme y nos partimos de risa intentando entendernos mientras yo ceno. Les digo que mi nombre es Nika y todos me preguntan que si Mónica. Contestó que mi mummy es Mónica y yo soy Verónica, y les cuento que soy la mayor de 5 hermanos... jaja. No sé si se enterarían o no.

Termino de cenar y la telenovela ha empezado. La tele está conectada con pinzas a una batería. Me pongo ha terminar una de mis pulseras y las niñas me corretean alrededor. A una chica más mayor que me observa con inteligencia le preparo unos hilos y la enseño como debe hacer y a la hora se ha hecho un precioso collar al que le pongo una concha de caracol marino. Le explico que los hilos son tailandeses y que la concha es de Nueva Zelanda, cerca de Australia. Parece entender, abre mucho los ojos.

Me mandan a hacer mis necesidades al campo y a la cama a las 20h30, pero no apagaran la tele hasta las 22h. No importa. En la pieza principal de la casa han colocado unas esterillas en el duro suelo de madera. Temiendo a los mosquitos saco la manta del avión para dormir sobre ella y la tela india para evitar las picaduras. Apago la luz y me pongo a leer en el ordenador, mil y un monstruos alados se posan en mi pantalla, algunos quieren colarse por mi nariz o orejas. Alejo la pantalla del ordenador para evitar que se acerquen a la cara.

Cuando al fin apagan la tele, yo apago el ordenador. Trato de encontrar una postura, pero apenas dormiré esa noche.


El miércoles a las 5h30 suena el despertador despertándome de un hermoso sueño, cambio la hora al despertador e intento volver a él, pero no me acuerdo en que consistía. A las 6h recojo todas las cosas en mi mochila y bajo las escaleras de madera al piso de tierra. Me doy un paseo por los campos de alrededor viendo al salida del sol y buscando un terreno adecuado para regar, al final me invitan a la única casa de ladrillo de la zona para ir al baño.

Tras ver a los paisanos con sus vacas ir a labrar el campo, a las mujeres barrer la arena (¡cómo en India!) y recoger las cacas de las vacas del pajar y a los patitos andar todos juntos de un lado a otro. Me llevan a la tasca del pueblo a desayunar sopa de maíz dulce con arroz? Esperaré en vano a Mr. Kim para ir juntos a comprar la madera. Me llamará excusándose diciéndome que tiene trabajo de oficina y que a las 13h viene a hacerme una visita.

Por la mañana termino de hacer la pulsera y me vienen las mamás pidiéndome pulseras para sus niñas, les digo que las enseño, pero que yo no las hago. Les enseño lo más básico y desisten.


Me dan hilo para que cosa mis pantalones y me insisten varias ocasiones en que me bañe y cambie de ropas, les intento explicar que lo haré por la noche. A las 11h me voy a dar una vuelta con la bici y le dicen a uno de los críos que me acompañe. Tras avanzar un poco por la vía principal, me indica un desvío y acabamos en una casita de algún familiar. Se sube a las ramas y con una vara empieza a descargar el árbol de fruta. A eso se le llama en Camboya trabajo infantil según Mr. Kim.

Hago unas preciosas fotos a los niños de la zona y vuelvo a casa pues a las 12h es hora de comer. No creo que llegue a entender porque siendo tanta gente en esa casa familiar, nunca comeré al mismo tiempo que ninguno de ellos. Quizás por respeto, lo dudo.


Durante la comida una de las mujeres me dice que Mr. Kim está en Phnom Penh desde por la mañana que se ha ido sin mí y que si quiero ir con él. Les digo que no. Al cabo de un rato reciben una llamada en la que Mr. Kim dice que vendrá a las 14h.

Me tumbo tranquilamente con el ordenador para leer un rato y dormitar. Recibo una llamada de Mr. Kim diciéndome que ha comprado la madera y que prepare la cámara para hacer unas fotos.


Dando un paseo me invitan a sentarme en un porche y aprendo los nombres de los animales, así que les cuento que mi mummy Mónica tiene 3 shicanes, 2 muans, 1 miau (porque es muy dificil y nunca me acuerdo de como decir gato) y un monton de trais. Mi conversación en Campuchia se va extendiendo.

Conozco a una adolescente que habla inglés, así que charlando y enseñándole un poco de español se pasara el tiempo hasta que por fin llegue Mr. Kim con un monovolumen cargado de troncos y un par de placas metálicas onduladas para el tejado.


Hago unas fotos y entonces me cuenta que al llegar ayer a casa su hijo mayor, también minusválido, estaba muy enfermo del estomago y al final tuvo que llevarle esa mañana muy pronto al hospital de Phnom Penh. Luego fue a comprar las maderas y acababa de llegar. Le pregunto que entonces porque me había dicho que tenía que hacer trabajo de oficina, se escabulle en su respuesta.

Sea como fuere, aunque hay demasiadas conductas extrañas con Mr. Kim quieres creer realmente en lo que te cuenta y se veía a esa familia tan agradecida. Una ancianita me vino llorando y dando las gracias a mi que sólo estoy haciendo unas fotos.

Fui a tomarme un agua al bar con Mr. Kim para seguir comprendiendo su país y cuando se fue al anochecer fui a darme un baño a la casa de ladrillo. Los hombres ya habían llegado de trabajar y bañarme delante de ellos con el saron no me tentaba demasiado.

Cené en el momento de la telenovela y subí a mi castillo de madera y bambú a tirarme al suelo a trabajar con el ordenador.

El jueves me despertarían diciendo “Ñam Ñam”. Las 6h30n llegaba tarde a mi desayuno. Recogí todas mis pertenencias de nuevo y baje las escaleras para ir al baño. Fui a la pequeña chabola de la carretera y mientras desayunaba el monovolumen taxi del pueblo apareció con Mr. Kim.

A las 8h se pusieron a trabajar el constructor de casas, el asistente y el dueño de la casa. Serrar varios leños para así crear columnas y de ahí sacar paredes. En sólo 2h habían hecho las dos paredes principales de la casa.


Los dueños querían que la antigua casa se moviese a otro lugar de la parcela y que la nueva construcción ocupase el sitio de la anterior. Mr. Kim me cuenta que es cosa de budismo, de karma y de espíritus.
Comimos y tras un rato de incertidumbre de como se moverá la casa, la madre del dueño y su esposa empezaron a sacar sus escasas pertenencias del hogar. Poco a poco, y de repente en masa, llegó un montón de gente y entre todos movimos la casa. Al principio las mujeres estaban sentadas, pero cuando me vieron coger a un adolescente y decirle que se levantase a ayudar y que yo también iba, algunas de ellas se animaron.


Trasladamos la casa unos 4 ó 5 metros a la derecha. Todos celebraron tomando algún tipo de alcohol el haber trasladado la vivienda a otro lugar. Y tras una hora de espera pregunté a la mujer de la casa que cuando iban a seguir construyendo y al final se pusieron a ello.

Las dos paredes principales quedaron una paralela a la otra y afianzadas con cañas de bambú, pero no tenían suficiente material para continuar, así que pararon. Mr. Kim les dió dinero y les dijo que fueran a buscar lo que les faltaba. Volvieron al cabo de una hora con más troncos de madera y terminaron de hacer el esqueleto de la chocita de madera: 4 paredes  listas para poner paredes de palmera y el techo listo para poner la chapa metálica.


Con pena de no ver la continuación de la construcción de la choza paso a paso, pero deseando alejarme de los insectos carnívoros de esa zona, Mr Kim y yo nos fuimos a Phnom Penh parando a saludar efusivamente a mis amigos los profesores del centro Kok Angkogn.

SUNKINDARKNESS