martes, 26 de mayo de 2015

Berlín

Martes, 26/05/2015

A veces es increíble como todo se conjura todo para rozar la perfección, es como si realmente existiese magia en el mundo. Aquello que crees que no puede llegar a ser más ideal, se convierte en algo aún más increíble. Berlín, mágico fin de semana.


Stephan me recogió en aeropuerto con flores y cervezas, en casa chupitos de Jägermeister seguidos de un paseo en bicicleta de unos 8Km hasta Bradenburg. The Wall de Pink Floyd en los altavoces, debajo del arco del triunfo fumándonos un pitillo. Cervezas y canutos dejaron paso a un hermoso amanecer que desde nuestras lentes se percibía como el comienzo del Apocalipsis.

Una de las cosas que más me apasiona de los parques en Alemania, es el gentío. Monopatines con velas de windsurf, barbacoas, e-Formula, quioscos con cervezas, música electrónica, huertos comunitarios y tranquilidad…


¿Coincidencia? Momento idóneo para llegar a Berlín: el carnaval de las culturas. Puestecillos con todo tipo de diferentes comidas, cervezas alemanas, conciertos gratuitos… 

La zona del río y ese atardecer tan especial. El Teepee con sus arboles iluminados de colores y escuchando los sonidos de las ballenas… Esa fiesta electro en el garaje embarcadero, seguido de ese concierto ochentero. La lancha amarrada, la cristalera al río y yo sintiéndome capturada por la música de Berlín y la sensación de encontrarme en Venecia.


El muro del este, y ese intento de escalada… The Wall.

Esa fiesta en la fabrica que recreaba esa pesadilla underground que tuve de adolescente, y sin embargo la realidad era tan irreal que era mucho más fácil creerse soñando y aceptar… sensación de volar, de soñar, de no poder soportar más, de bucle, de viajes espaciales y temporales… fractales, infinitos, despegue y aterrizaje…


Otra de está coincidencias perfectas que hacen que te hacen repetir en voz baja “magia”. El carnaval de culturas comenzó cuando apenas nos habíamos acostado, delicioso desayuno en el balcón contemplando 52 camiones con bailes, música folclórica o electrónica, disfraces de todo tipo… 750.000 personas dijeron los periódicos, al menos 20.000 a mi alrededor al sumarnos a las carrozas. ¡Jamás había visto tanta gente junta! Difícil caminar, dar cualquier paso… me sentía una más de un montón de zombies andando por las calles de Berlín tratando de alcanzar el estimulo de la música, los camiones.


Tras lesas primeras 48h, quizás de las más intensas en mi vida, la energía quebró. La necesidad de descanso pudo conmigo, sin embargo no pudimos dejar de darnos un paseo por la feria y subirnos a un par de atracciones.


Visita a Bradenburg y AlexanderPlatz, con un par de interrupciones para dormir en los parques de los alrededores. Termas y saunas para terminar la tarde, y momos para cenar.

La perfección existe. Jamás hubiese podido esperar esa concatenación de acontecimientos y ser consciente en el momento de lo mágico de poder vivirlos.

SUNKINDARKNESS

martes, 5 de mayo de 2015

Estambul

Martes, 05/05/2015

Pensaba que la opinión generalizada de Estambul estaba sobrevalorada, pero finalmente se me hizo corta la estancia. No tuve tiempo para ver todo lo que me hubiese gustado, ni de recorrer el bazar regateando, ni aprender a cocinar, ni de hacer suculentas compras de olivas, quesos, pastelitos...

Sin embargo conseguí ver 3 mezquitas diariamente, cada cual especial y diferente de la anterior... la que más me decepcionó fue la Mezquita Azul. El interior de la New Mosquee me pareció soberbio, y la mezquita Süleymaniye divina.


Nuestros anfitriones couchsurfer fueron increíblemente hospitalarios, jamás hubiese podido pensar en recibir tanto. 


Mi compañero de viaje, Stephan, resulto ser tan extravagante como yo misma... Yo viajando con las gafas de cristales de colores y él con su calidoscopio. 


Sin embargo si he de quedarme con un momento sería sin duda la visita a la mezquita Süleymaniye. El encuentro con es mujer que me hizo repetir sus rezos a Ala y esa terraza disfrutando de las increíbles visitas de Estambul, del Bosphorus y de la mezquita... Me recuerda a una noche que compartí en el mirador de Zaida contemplando la Alhambra, claro que esto un poco mas cutre.


Şile interrumpió mi disfrute de Estambul, sin embargo me encantó salir de la nube tóxica de la ciudad, llegar a la naturaleza y helarme en el mar Negro (sin flotar como esperaba ya que no es el mar Muerto). El faro al anochecer reluce cual bola de discoteca.


El atardecer en la zona asiatica contemplando el cielo infernal de la zona europea. Disfrutando del paseo marítimo, de unas cervezas y de la pesca de los pájaros. Habré de volver.


SUNKINDARKNESS