sábado, 27 de febrero de 2016

Leipzig

Sábado, 27/02/2016

No tuvimos mucho tiempo para recorrernos la ciudad, pero no me quedé con la sensación de haber podido sacar mucho más de la visita.


En nuestros paseos por el centro y alrededores, lo que destacó es la bella fusión de arquitecturas en la universidad en Augustusplatz, Nikolaikirche con su estilo barroco en tonos pastel, St. Thomas Church con la tumba de Bach, Markplatz por su ambiente, el Neues Rathaus... y las pocas calles del centro peatonales.



No pudimos dejar de pasar a presentar nuestros respetos a Bach, justo antes de nuestro tan esperado concierto de Ludovico Enaudi. Me encantó. Qué gran viaje de sensaciones, de colores, de imaginación,  ... Es desconcertante a donde te puede llevar la música.


Cómo no podía ser de otra manera, aprovechamos nuestra visita a Alemania, para comernos un schinitzel y tomarnos unas cervezotas. Qué rico estaba todo.


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viernes, 26 de febrero de 2016

Resolviendo problemas

Viernes, 26/02/2016

El viaje a Leipzig fue una concatenación de acontecimientos negativos de los que por suerte al final conseguimos salir.

En el aeropuerto de Madrid, recordé olvidarme las entradas de Ludovico en casa. El viaje comenzaba de maravilla. Encontré en mi email el correo de la venta de las entradas, intenté acceder al sitio web, pero todo estaba en Alemán. Una brillante idea se me pasó por la cabeza. Escribí a mi amigo Stephane, alemán, qué me dijo que intentaría por todos los medios de conseguir que pudiésemos disfrutar de ese concierto. Mis compis de piso me hicieron unas fotos a las entradas, lo cual ayudó muchísimo, así al menos sabríamos nuestros asientos.

Todos los aviones fueron con retraso y el tren del aeropuerto hacia Leipzig ya no hacía parada cerca de nuestro hotel, sino que iba directo a la estación central. No habíamos impreso un camino secundario, así pues preguntando a la gente pudimos enteremos de como llegar a nuestro hotel. El tram nos cerro las puertas en las narices, lo que vendría a convertirse la tónica de todos los días consecutivos.

Llegamos a la puerta del hotel a la 1h y, por supuesto, todo estaba escrito en alemán, ningún teléfono estaba anunciado y ni siquiera teníamos ni datos ni red para poder encontrar otra solución. Habíamos ido hasta Mordor, una zona industrial, a ese hotel tan barato, y ahora no podíamos entrar. O volvíamos al centro a vagar por las calles hasta encontrar otro hotel, o dormíamos en la calle, o...

Miré el buzón, parecía que había unas llaves dentro. Algún otro huésped que debía haber hecho el chek-out. Poco a poco, mediante palanca, dí de si el buzón hasta abrirlo por completo. Eureka, la llave nº1 estaba dentro. Abrimos la segunda puerta, nos paseamos por todo el hotel. En ese sector no había puerta nº1. En cambio tras la primera puerta sí. Abrimos... había alguien durmiendo. Las llaves no habrían otras habitaciones, pero sí la recepción. Ni un alma. La llave nº12 estaba junto nuestro documento de check-in. No conseguimos ubicar la habitación. El password de internet estaba junto al check-in, accedimos a la información del hotel. Con el teléfono de la recepción intentamos contactar, sin resultado. El mueble con todas las llaves de las habitaciones estaba accesible, así pues cogí las llaves de la habitación nº5 que podría estar vacía, Lo estaba. La llave nº1 la volvimos a dejar en el buzón, tras haberlo devuelto a su estado inicial. La llave nº5 la dejamos en el mueble de la recepción. Todo tal y como sino hubiese pasado nadie. No había cámaras. A las 2h estaba calentita en la cama y lista para dormir de polizón en un hotel donde tenía una reserva, pero en el que había accedido ilegalmente. No tengo conciencia.

A las 7h50 nos levantamos, recogimos todo el cuarto para que pareciese que no había habido delito. Bajamos a la recepción sin que nadie nos viera. Hicimos el check-in.

Stephane por su parte, habló con la compañía de venta de tickets, que dijo que no podía hacer nada. Tal fue su perseverancia, que consiguió contactar con la organización del concierto, con la responsable de seguridad. Ella se encargaría de que todo el mundo supiese que había dos españoles que habían olvidado sus tickets en casa, para dejarnos acceder.

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viernes, 12 de febrero de 2016

Despidiéndome de Río

Viernes, 12/02/2016

No podía irme sin visitar una fabela, el teleférico de Bon Sucesso facilitaba con bastante seguridad la visita. Fui hasta la quinta y última parada, Las Palmas. Pude admirar la extensión de esas fabelas, quizás tan grande como el centro de Madrid. Ver de cerca esas casas a medio construir en antiguos morros deforestados, apiñadas, amontonadas, con árboles en mitad de su construcción, con depósitos de agua y piscinas en el techo, con niños en las calles con sus cometas, y perros ladrándose entre ellos con tanta inquina que bien podrían ser de pelea, y en medio una carretera o una callejuela donde un perdido autobús circulaba.


Melissa me llevó a despedirme del carnaval en la Cidade de Samba, un amable guardia de seguridad dijo que no había nada que ver y nos cedió el paso. Fuimos asomándonos en los hangares de las diversas escuelas de samba y en alguna de ellas nos permitieron el acceso, viendo preciosas carrozas: cisnes, cangrejos, velociraptores, tiranosaurios, templos egipcios, dragones de hielo, preciosos pájaros de plumas blancas o doradas, de chozas, de moscas, de fantasmas, de aliens, de ratones...


Y es que la sonrisa es tan magnética que sólo puede conceder más sonrisas. Cosas alucinantes pueden pasar. Te llega un chico fortachón y guapetón que te coge de la cintura como si fuese una barbie y te sube a la carroza más barroca de todas, una carroza que quedó en quinta plaza, una carroza de la escuela de samba más reputada: Beija-Flor.


Y como no: paseo de shopping, cenas con amigos, último paseo por la pista ciclista y baño en Ipanema con un chico requete-bueno que te lleva en una tabla de Stand Up Surf a dentro del océano Atlántico sólo para decirte lo linda que eres.


Gracias, mil y una gracias, mi familia brasileña. A mi preciosa hermana Vitoria, por sus sonrisas en ese precarnaval; a la dulce Luisa, tan sensible intentando comprender todo; a la preciosa y nerviosa Aninha, de la que no pude entender nada; a Vivian, por sus sonrisas, por escuchar y hacer el esfuerzo de entender. A Melissa, por ser siempre tan agradable, tan atenta, y risueña. A Filipi, porque todo lo das, porque todos te quieren, por ser el más especial. ¡Te voy a echar tantísimo de menos! A todos y cada una personas que me han sonreído, hablado, mirado, ... y besado.


Río lloraba al despedirme, tal y como en mi fuero interno yo hacía.


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martes, 9 de febrero de 2016

Ilha Grande

Martes, 09/02/2016

Agarramos el ferry de las 8h en Conceição de Jacareí dirección Abraão de Ilha Grande.

No podía quedarme despierta, me dormi en proa queriendo ver el paisaje, en babor disfrutando del sol, en una silla con el resto, y al final cansada de la incomoda silla, me tiré al suelo.


Mi intención había sido hacer un treeking de varios días por la isla, o quizás algo de submarinismo… lo descarté nada más llegar. La cantidad de gente que había, la cantidad de vendedores, no me apetecía.

Los precios en la isla estaban inabordables por la temporada alta del carnaval, así pues después de tantear un par de embarcaciones para tratar de ir a la Lagoa Azul, nos vimos andando por uno de los senderos hacia la Praia das Palmas.


El sendero no fue demasiado complicado. Sólo 1h, bajo la sombra de los arboles, 35 minutos subida. Alguna vista panorámica bonita. La vuelta sería mucho más corta, 25minutos de ascensión y sólo 50min.

Al llegar a la playa, nos dimos un pedazo de chapuzón, tomamos la sombra -me quedé de nuevo dormida-, comimos pescadito con juca, otro chapuzón… Había un perro salchicha al que tiraron un coco enorme dentro del mar. Él fue y lo rescató, ya en la orilla se puso a pelarlo, estoy convencida que sabía que dentro estaba esa deliciosa agua de coco.



El ferry de regreso iba desbordado de gente, no había lugar para poder pasar sin empujarse. 700 personas dijo el capitán que había en el barco, pero que era poco comparado con lo normal, unas 1000. Le pregunté si había botes salvavidas para todos en caso de colisión con un iceberg como el Titanic, respondió con un seco no y se retiro al puente de mando. ¿Icebergs en Brasil? ¿Con este calor? Fue un buen chiste y ni sonrió.

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lunes, 8 de febrero de 2016

Angra Dos Reis

Lunes, 08/02/2016

El viaje de 197Km duró 5 horas, pedazo de atasco había en la carretera de la costa.

Difícil concretar a donde llegamos exactamente, sé que es alguna zona urbanizada hacia el interior de Angra. Una zona algo alejada de la playa. Una calle donde los números de las casas están desordenadisimos, siendo casi imposible saber cual era nuestro destino.


Una pequeña casita de dos cuartos chiquitines, con un salón pequeñito y una cocina casi tan grande como el resto de la casa. Yo no podía dar crédito a la cantidad de gente que estábamos allí reunidos. Cuatro familias, con hijos, los novios de los hijos y los amigos de los hijos.

Fuimos recibidos con la comida recién hecha y luego nos llevaron a la zona de cascadas. Maravilloso lugar, tan bonita la naturaleza, y el agua tan transparente en sus pozas. Disfrutamos como niños de bajar y subir el cañon. La mano dolía, ¿cuándo me habré hecho mayor?


La ducha era una maravillosa manguera en el patio y la cola era pidiendo el número a la dueña de la casa. Yo decidí que el río me había dejado los suficiente fresca y limpia como para no necesitar una ducha, no sé si me salté algún ritual.

Una telenovela seguía a otra en el salón, yo sólo quería ver el desfile del sambódromo que empezaba a las 23h. Se estaba tan a gustito a los pies del sofá, con el ventilador refrescante evitando ser picada por los mosquito que me trague todas.


De cena un puchero enorme con salchichas y salsa de tomate. Una bolsa de 50 panecillos para "cahorros quentes". Las 22h era la hora de acostarse, así pues sin ver los desfiles de Río, me dispuse a dormir en el suelo de uno de los dos cuartos con otras 5 personas y un ventilador. La verdad es que dormimos bastante a gusto, fue casi como una fiesta de pijamas.

No sé si sera por la diferencia de culturas, pero yo no me sentí bien al ver que mientras a nosotros nos cedían un cuarto entero. Entre el salón y la cocina había 4 ventiladores y 8 personas durmiendo, una de ellas roncaba muchísimo.


A las 6h30 de la mañana salimos pasando entre los cuerpos tirados en todos los rincones, en dirección de Ilha Grande.

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domingo, 7 de febrero de 2016

Carnaval do Rio

Domingo, 07/02/2016

¡Feliz cumpleaños, papá!


El sábado a las 14h estábamos en nuestro primer bloco oficial de Carnaval, en la Quinta da Boa Vista que resultó ser un muy bonito parque.

Lo "legal" del bloco resultó ser que era un bloco organizado por una asociación circense. Zancudos, malabaristas, e incluso acróbatas hicieron su numerito, dando aún mas la sensación de fiesta, de extravagancia a la ilusión.


En cuanto vi las telas, me quite la muñequera e hice un par de cositas que encantaron a la gente. Y yo tan contenta de hacer la performance con mi disfraz.

Los disfraces eran de lo más variados: vickingos, pedros picapiedra, sirenas, monjes con globos, romanos, payasos, tortugas ninja, super woman, bailarinas del vientre, ... cada día la gente se disfraza de diferente manera, así que la creatividad se tiene que desarrollar la máximo ya que los disfraces no son demasiado baratos.


Me encantó participar en esos bailes de grupo. Como el corro de la patata, pero a lo brasileiro.

A un bloco le sigue otro, así pues cambiamos de ambiente y nos fuimos a Lapa. No conseguimos acceder al bloco, pues tenía un aforo limitado. Sin embargo, debajo de sus arcos encontramos un grupo que tocaba samba y el litro de caipiriña estaba a 4€.


El domingo seguimos la juerga tras la gran resaca. Iríamos primero a la Lagoa a dar un paseo con las bicis. -sí, sí... bici, no aprendo-, para terminar en un bloco enorme del que apenas tuvimos tiempo de disfrutar.

Como anécdota hay que decir que hice una foto a un grupo de payasos que estaban en un carrito y que no había ni levantado la mirada cuando me encuentro con uno de ellos justo en frente de mi, me dice Oi! y me planta un beso. Recuerdos de los indios diciendo "One dolar" por las fotos me hicieron sonreír al compararlo con el estilo brasileño de "Um beijo" seguido por una conversación eterna de la que ya una no sabe salir.


De la lagoa fuimos a Lapa y de Lapa al barrio de Santa Teresa.

La rua de Manuel Carneiro me encantó. Tan llena de vida, de colores, de rincones diferentes.


El parque de las ruinas estaba cerrado en periodo de carnaval, sin embargo encontramos un bloco que acababa de empezar.

Inicialmente nos quedamos por la música, luego vimos a dos personajes que no tenían desperdicio: un vejete bailando samba y otro haciendo percusión con la cabeza de un cocodrilo de madera. Poco a poco se fue animando más y más la cosa hasta terminar con un super ambientazo.


Allí nos encontraríamos con un grupo de argentinos, de suecos y con un brasileiro del que me gustaron las plumas verdes.

Terminamos la noche dándonos un baño en Arpoador.


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viernes, 5 de febrero de 2016

Aventuras en Río de Janeiro 2

Viernes, 05/02/2016


El martes por la tarde Filipi y Melissa me llevaron a lo que sería mi sitio favorito de Río. Fuimos a la playa de Leblon, agarramos unas bicis ITAU y fuimos por la preciosa nueva pista ciclista de Niemeyer hasta Sao Conrado.

Los acantilados eran preciosos, el panorama, esas piedras verdes en el mar, y los arboles...


De vuelta en Leblon nos tomamos una deliciosa agua de coco, y creamos una nueva tendencia al pedir que nos lo abrieran para comer la carne del coco. El pobre camarero se quejaba de que le empezaba a doler el brazo de tanto tener que abrir cocos.

De Leblon, seguiríamos por la playa de Ipanema, hasta Arpoador, para acabar en Copacabana y llegar al bloco de Leme.


Ahí es cuando se complica la cosa, la pista ciclista empezó a estar demasiado concurrida: corredores, bicis, bicis eléctricas, gente andando, cruzando, y ese maldito skater que se cruzo en mi camino. Resultado el skate entre mis ruedas y yo una piña increíble que acabaría en otra maravillosa aventura.


Al llegar a Lemes me toco meterme en el mar a lavar mis recién adquiridas heridas y pedir un saco de hielo para la mano que ya empezaba a hincharse. No hay mejor remedio que algunas cervezas, y los deliciosos y dulces chupitos de cachaza.

El miércoles me levanté con la mano super dolorida e hinchada, sin embargo tras charlar con Filipi, parecía que ir al médico sería mucho mejor al día siguiente. Así que el Pao d'Açucar me esperaba.

Hay un bonito camino pavimentado que bordea la costa del Pao d'Açucar, así que sin ganas de hacer muchos excesos me fui a dar un paseo de tortuga por la zona. Tan tranquila debía de ir que toda clase de animales salieron a mi paso: Telú (lagarto enorme), Catango (lagartija), Borboleta-azul (mariposa), tie-sangue (pajaro rojo), tico-tico (pajarillo chiquitin)... y los mico-estrela.


Iba de regreso del paseo sin intención de subir a visitar el complejo de la cima del Pao d'Açucar, cuando hablando con un local este me convenció para subir. Así pues, ascendí unos 30min y llegue a ese complejo tan extravagante donde se venden bisuterías, y hasta navajas suizas. La vista era linda, pero no merece tanto la pena como otros puntos panorámicos de Río.


El jueves fuimos a una UPA (Unidad de Pronto Atendimento) cercana a casa de Filipi, donde Evelyn trabajaba. Tuvimos que pasar por recepción, hacer una ficha, ver a Evelyn, hacer un par de pruebas de rayos-x. El resultado fue que al no haber traumatólogo, no supieron dar un diagnostico concluyente y nos mandaron al hospital, donde tuvimos que hacer todo el mismo proceso en otra UPA y donde al final nos enviaron al traumatólogo. El especialista me mando inmovilizar con una muñequera e ir en 15 días a hacerme una resonancia para ver si el escafoide sufrió alguna fractura, aunque no parece haber indicios. Y todo esto en sólo 3 horas. Me quedé admirada del sistema sanitario de Brasil, aunque le médico dijo que sólo era así por estar en pre-carnaval.


Me quedé por el pueblo de Caixas, haciendo recados varios... y comencé a coser mi disfraz de carnaval.

Por la noche me sentiría mucho mejor con la medicina que Filipi preparó: Caipiriñas.


El viernes fuimos a casa de André, en Recreio dos Bandeirantes.

Pasamos la mañana en la playa de Pontal donde las olas eran enormes y parecían querer engullirte. Nadé un poco, pero viendo que mi mano se sentía dolorida sali rápido del agua, sin embargo nos tiramos en la orilla horas refrescando las piernas con cada ola y admirada por ver como la muñeca recuperaba por momentos su grosor natural.


Horas costo quitarse toda la arena de la cabeza.

Por la tarde, tras haber cosido un poco más el disfraz, saldríamos a dar un paseo por la costa viendo algunos rincones ocultos de ensueño como la Praia Do Secreto.


Andando por zonas de colores verdes de ensueño hasta la Prainha.


Y viendo ballenas cerca de las islas das Pecas y das Palmas con la puesta del sol cerca de la playa nudista de Abricó.


Nos quedaríamos en casa de André a dormir después de una bien merecida ducha y unas pizzas. Una de ellas era de chocolate con banana,  creo que no repetiré en la vida

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lunes, 1 de febrero de 2016

Aventuras en Río de Janeiro

Lunes, 01/02/2016

Cómo me gusta tener amigos por todo el mundo, me siento tan afortunada.


Filipi me recogió el sábado en el areopuerto, junto con dos amigos. Me llevaron a algún lugar a tomarme una cerveza riquísima y a cenar una suculenta hamburguesa. Mientras mi oído se iba afinando para comprender un pelín el portugués-brasileño y empezaba a hacerme una idea de lo que implica vivir en este país; sistema educativo, seguridad social...

La casa de la familia de Filipi, eran dos casitas adosadas con un gran terreno. Una de ellas aún sin terminar. Y mi cuarto, quizás uno de los más grandes en los que he dormido, con baño propio y aire acondicionado. Todo lujo. Su familia tan simpáticos, ofreciendo siempre sus mejores sonrisas y toda su comprensión.


El domingo el pre-carnaval comenzaba. Fuimos a un bloco cerca de la estación central. Y desde las 11h ya estábamos tomando cervezas Antarctica, y bailando canciones antiguas a ritmo de carnaval. Estuvimos en un grupete muy simpático. Había gente con purpurina, una chica disfrazada de Robin, payasos, indigenas, ... 


Hay un par de cosas que hay que saber del Carnaval. Todo está permitido y se promueven todo tipo de licencias. Así pues yo besé Max después de que lo hiciese Deborah, y antes que Aline. Yo fui la primera en besar a Andreas, seguida por Deborah y quizás Aline. Qué vergüenza, sentía como si tuviese 15 años y mis amigos me alentasen a salir con un chico que no sabes muy bien si te gusta o no. Y al final estás tan forzado por la presión de grupo que sucumbes. Pero fue muy divertido.


Tras horas de Carnaval, fuimos a comer a la playa. Me encontré con Melissa, la chica de Filipi, no nos veíamos casi desde la nochevieja del 2014.


La playa de Ipanema era una delicia de tonos de piel, de coloridas sombrillas, de gente de todo tipo. Nos sentamos a la sombra de una tabla de windsurf, y me puse a pintar el puesto de alquiler de tablas de Guillermi. Esa sombra era el mejor sitio de toda la playa. Un par de veces, quizás alguna más, las olas fueron tan grandes que devoraron nuestras toallas, y sin embargo todo daba igual. Allí te quedabas, bajo esa maravillosa sombra, rodeada de esos chicos morenos de cuerpos de ensueño.


El ambiente del paseo marítimo es increíble. Puestos de todas esas artesanías que me encantan, esa gente tan variada, los arboles, las islas de enfrente, los veleros, y la puesta de sol.


Desde luego no sientes que haya inseguridad en las calles, la gente no se recluye en casa por haber caído el sol. La gente aún siendo de noche sigue en la playa.


De vuelta a casa, 40 minutos de pie en un autobus con gente alcoholizada y agotados del intensísimo día.


El lunes anduve solita por las calles de Río, empezando a absorber un poquito su ambiente.

Y con esas decidí irme al Cristo Redentore. En la estación Central mientras me tomaba un refresco de uva con un pastel de carne muy caliente y grasoso, la mujer de al lado me indicó amablemente el numero del autobus para ir a Cosme Velho y donde se situaba la parada. También me dijo que tenía que tener cuidado con la mochila porque me podían robar. 


El tren para ascender a Corcovado era carísimo, sin embargo pensar en hacer un ascenso que podía llevar horas exponiéndose a un sol abrasador se me antojaba bastante extremo. Tuve la suerte de escoger el mejor sitio de todo el tren. Atrás del todo en el lado de las puertas. Preciosas vistas de la Floresta de Tijuca y de las panorámicas de Rio.


Me pasé 1h sentadita en la sombra del Cristo Redentor pintando el paisaje de Ipanema y al mismo Cristo.

Cuando me aburrí, vi que el sol seguía bien alto, así que decidí descender por la jungla hasta Parque Lague. Seguí a a una pareja que parecía tener idea, pensando que eran locales y resultando que eran portugueses. Llevaba una hora de descenso por la jungla, entre monos, preciosas mariposas, arboles de raíces enormes... cuando me los encuentro de regreso con dos chicas brasileñas diciéndome que el camino no parecía tener fin y que sólo ascendía. 


El sentido común hizo que nos diésemos la vuelta y empezásemos a remontar hacía Corcovado. Las chicas brasileñas hablaron por teléfono hasta quedarse sin batería, la luz iba atenuándose, empezaron a llorar de agotamiento, de hambre y sed. Ya sin agua tuvimos que beber del manantial del río Carioca, sin saber qué pasaría. Las luciérnagas empezaron a rondarnos y yo empecé a notar como si hormigas o arañas hubiesen ascendido a mis pies en alguna de las paradas y estuviesen clavando sus colmillos entre mis dedos, menos mal que no había luz para saber que era. Un recuerdo de sanguijuelas con mi primo Fernando en Laos vino a mi memoria. En el descenso estaba tan pletórica de estar en la jungla, de pensar ver la puesta del sol desde el lago y de esa muy merecida cerveza o caipiriña que me iba a tomar con Filipi. 


Resulta que nos equivocamos bien al principio, al cruzar las vías del tren, había dos caminos y yo siguiendo a los portugueses pensando que eran locales que ya lo habían recorrido más de una vez no seguí mi sentido común que me dictaba que era el otro camino, el camino recto.

Tras la maravillosa aventura. Llegamos a la carretera, ya no había ni un alma en el Cristo, así que nos tocó bajar por la carretera, íbamos mucho más animados. Las luciérnagas nos envolvían. y era cuesta abajo.


Fue toda una fiesta cuando llegamos a un control donde había humanos. A voz en grito y la mejor de las sonrisas, les dije: Nois hemos perdido en la floresta. Los hombres se miraban confundidos y divertidos. Cinco personas emergían de la oscuridad, sonriendo. Mientras nos tomábamos un pequeño descanso para contarles la historia, un coche bajaba por otra carretera,. Hice señas y paro. Les explique que nos había pasado y al tener tres plazas libres, las dos chicas brasileñas y yo nos subimos. Dijimos adiós a los portugueses. EL coche nos llevo hasta el metro.

Ya sólo quedaba ir a Central, coger el tren hacía Gramacho, y andar unos 200m hasta casa. Pues me confundí de calle en el pueblecito. Al llegar del tren la puerta estaba cerrada con llave, así que decidí irme a tomarme un Açaí, sin saber muy bien que hacer. Justo se habré la puerta y con otro grito de alegría digo: Estoy aquí.

Conté la historia tantas veces como pude a todo el que quiso escucharme de la familia. Pero incluso antes de terminar de contarlo, ya la sabían. Yo decía; Me perdí en la Floresta y ellos decían de Tijuca sonriendo.

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