Miércoles, 16/01/2013
La minivan nos dejó al lado del lago
de Da Lat, no nos costó ni 10min encontrar alojamiento.
Mónica y yo dimos un pequeño paseo al
lado del lago para acabar en el mercado de fresh fruits
maravillándonos con las golosinas, los zumos, los vinos, carnes y
pescados, las frutas y verduras que no hemos comido aún este país y
que por tanto existen. El hambre se apoderó de nosotras al ver tan
suculentos manjares y acabamos comiendo una sopa de tomate, jamás
vista antes en todo Vietnam, en las escaleras de la plaza principal.
La sopa la acompañamos por una crep de arroz con gambitas y
verduritas bastante aceptable.
Anduvimos por las calles de Da Lat y
poco a poco fuimos percibiendo que no había ningún vietnamita
acosándonos para que comprásemos algo. Fue del todo relajante.
Al lado de nuestra guest house tomamos
un café consultando algunos datos en internet para el planning del
día siguiente. Cansada del ordenador, volvimos a andar por el centro
que parecía herbir de vida.
En el mercado, ahora iluminado, se
vendían desde ropas de invierno a ropas de verano. Los pequeños
puestos de leche de soja con bollitos reclamaban la atención y los
puestos de venta de mariscos a precios escandalosamente baratos
inundaban los rincones. Tras el paseo de rigor por las calles más
céntricas acabamos sentadas en las escaleras, donde habíamos comido
pocas horas antes picando algo para poder calmar nuestra gula por
tan atrayente espectáculo de aromas.
Nos costó bastante dormirnos, a pesar
del agotamiento, por esa pequeña dosis de cafeína que nos inyectamos
por la tarde.
El martes tras desayunar un poco de pan
con la magnifica mermelada de fresas (con fresas enteras en su
interior) fuimos a alquilar una moto para darnos un paseo por los
alrededores de Da Lat.
Sin mapa, pero con mi buena
orientación, no tuvimos más que preguntar dos veces si nuestro
rumbo era el correcto para ir a Nam Ban. Los 30Km hasta esta ciudad
fueron una transición de paisajes de invernadero, de curvas en la
montaña y plantaciones de café. Precioso.
Al llegar a Nam Ban fuimos hasta el
mercado rural donde tras tomarnos un café, admiramos los colores de
las frutas. Todo el mundo sonreía y era amable.
Seguimos camino hasta el final del
pueblo y allí a mano derecha encontramos primero las Elephant
Waterfalls y seguido la Pagoda de Linh An. Visitamos primero la
pagoda, donde dos decenas de jardineros trabajaban creando una
armonía exhuberante. La pagoda sin más.
De ahí, sin ni siquiera mover la moto,
fuimos a las Elephant Waterfalls. El sendero super natural con un
camino intuitivo en rocas allanadas con cemento nos llevó hasta una
maravillosa cascada, y es que las palabras son pocas para decir su
belleza. Había varios senderos que te llevaban a diferentes puntos
panorámicos, uno de ellos al interior de la cascada. Uno se podría
bañar, pues las aguas aunque turbias parecen limpias.
Volvimos al rural market para comprarme
una sandía, un par de zanahorias, dos tomates y una crujiente
baguette de la que no he probado ninguna igual desde mis tiempos en
París. En dirección a Da Lat paramos en un lago cerca de las
plantaciones de café y allí tuve mi pequeño picnic al sol en una
temperatura deliciosa.
Seguimos camino hacia el norte viendo
océanos de plástico donde las flores que hacen tan famosa a Da Lat
crecían. El paisaje perdió encanto, empezó a hacer frío y tuvimos
que cambiar varias veces el rumbo ya que al no tener mapa acabamos en
Ankroet y realmente buscábamos el famoso Lat Village.
En Phuoc Thanh, paramos en una
explanada a ver unos caballos donde habían pintado a uno cual cebra
y les dimos las cortezas de la sandía. Seguimos rumbo para acabar en
la base de la montaña Lang Bian , allí preguntamos por el Lat
Village. Seguimos las indicaciones al pie de la letra, pero no
encontramos nada fascinante, una iglesia y unas casitas quizás un
poco más modestas que las de la ciudad. Con poco gasolina dimos la
vuelta para buscar el legendario monasterio Zen más grande de todo
Vietnam, pero acabamos en Da Lat.
Buscamos la estación de autobuses y
cuando la moto ya empezaba a dar tirones, una mujer nos indicó el
rumbo a seguir y llegamos rápidamente. Ya en la estación iba a
aparcar la moto, cuando un taxista sin mirar empezó a dar marcha
atrás y paró justo a tiempo como para no tirarnos. El tipo super
cabreado día una patada a nuestra moto y otro taxista tuvo que
pararle los pies para que no se encarará con nosotras. Yo también
me enervé un poco, le dije un par de insultos en español y me fui
dentro de la estación para preguntar sobre el autobús a Ho Chi
Minh.
Llegamos al centro, dejamos la moto y
fuimos a nuestra guest house para reservar el autobús a Saigon esa
misma noche.
Anduvimos hasta el mercado y compramos
unas fresas y una botella de vino blanco de la región para acompañar
la cena de la noche. Paseamos por el parque cerca del lago y acabamos
en el restaurante de al lado del guest house para pegarnos un atracón
a caracoles y almejas regadas por el vinito blanco dulzón de
Vietnam. Debía de ser uno de los restaurantes más populares de la
zona, pues tuvieron que poner mesas extra en la calle para la
clientela. De postre un vaso de leche de soja con un bollo con
crema.
El mini bus para acercarnos a la
estación de autobuses nos recogió a las 21h30 y a las 22h estábamos
en el vip sleeper bus listas para dormir. Llegaríamos a Ho Chi Min,h
o a la antigua Saigon, a las 4h.
SUNKINDARKNESS