El autobús de Vientiane me dejó en la
estación de autobuses de Pakse. Durante el trayecto conocí a Isaac
de Barcelona, un chico muy majete que acababa de llegar de Indonesia.
Resulta que ambos íbamos a hacer el mismo circuito, así que sin más
surgió que cogiésemos un tuk-tuk al centro, que desayunásemos
juntos, alquilásemos 2 motillos y nos lanzásemos a la carretera a
visitar el Plateau de Bolaven acompañándonos mutuamente.
La primera parada fue para comprar una
sandía con el plan de comerla en alguna de las cascadas que hay entre
Pakse y Paksong. La segunda parada fue en las cascadas gemelas de Tat
Fan, donde al ir a uno de los puntos panorámicos me resbale con el
barro y me caí de culo. Tras recobrar la compostura, hicimos la foto
de rigor y nos dimos la vuelta para coger las motillos e ir a algún
sitio un poco más interesante.
En la tercera parada visitamos la cascada de Tad Yuang que resultó, a mi gusto, mucho más bonita y encima te puedes bañar. Nos comimos nuestra sandía en una zona ideal para picnic.
Paramos una cuarta vez forzosamente en Paksong, pues empezaba a llover y teníamos que elegir ruta norte asfaltada o este sin asfaltar. Tras lo que se me antojo muchísimo tiempo, empezamos a ver el sol a lejos y nos subimos a las motos en dirección norte, pues el camino este podría estar completamente embarrado. Llegué calada y fría a Tha Taeng después de 30Km bajo una lluvia que no me dejo disfrutar del paisaje y me provocaba punzante dolor en mi quemada piel de brazos y hombros. Nos tomamos un Manolo (un café bombón con leche, un tercio de cada cosa), me puse ropa de abrigo y seguimos camino hacia Sekong.
Al ver el atardecer nos paramos a hacer algunas fotos. El cielo y sus nubes son alucinantes en Laos. La carretera completamente a oscuras, con nuestras bombillas de 50 vatios que no alumbraban un pijo y un montón de personas y animales a los lados de la carretera... por fin llegamos a Sekong Hotel.
En la tercera parada visitamos la cascada de Tad Yuang que resultó, a mi gusto, mucho más bonita y encima te puedes bañar. Nos comimos nuestra sandía en una zona ideal para picnic.
Paramos una cuarta vez forzosamente en Paksong, pues empezaba a llover y teníamos que elegir ruta norte asfaltada o este sin asfaltar. Tras lo que se me antojo muchísimo tiempo, empezamos a ver el sol a lejos y nos subimos a las motos en dirección norte, pues el camino este podría estar completamente embarrado. Llegué calada y fría a Tha Taeng después de 30Km bajo una lluvia que no me dejo disfrutar del paisaje y me provocaba punzante dolor en mi quemada piel de brazos y hombros. Nos tomamos un Manolo (un café bombón con leche, un tercio de cada cosa), me puse ropa de abrigo y seguimos camino hacia Sekong.
Al ver el atardecer nos paramos a hacer algunas fotos. El cielo y sus nubes son alucinantes en Laos. La carretera completamente a oscuras, con nuestras bombillas de 50 vatios que no alumbraban un pijo y un montón de personas y animales a los lados de la carretera... por fin llegamos a Sekong Hotel.
Nos fuimos a dar un paseo por la feria
nocturna, quizás fueran fiestas del pueblo o quizás siempre esté
ahí, quién sabe. Había puestos para tirar con carabina, explotar
dardos con globos, el castillo hinchable más grande que he visto en
la vida, gente apostando a los dados de los signos del zodiaco,
puestecillos con juguetes, ropa, y dulces (barquillos, chocapics,
golosinas... ).
Fuimos a cenar enfrente del hotel y nos
cobraron una barbaridad. Como el día anterior había sido mi cumple,
Isaac compró una botella de whisky de arroz llamado Lao-Lao, unas
7up y limas, y nos tomamos unos lingotazos. La charla filosófica nos
acompaño durante nuestros tragos.
El viernes 23 tras una ducha y hacer la
mochila, fui a cambiar dinero, al mercado a comprar fruta y el
desayuno (unas tortas de maíz riquísimas) y a repostar el tanque de
la moto y así luego atar mi mochila con los pulpos a la parte
trasera de la moto. Nos pusimos en camino hacia Attapeu y unos 30Km
antes de llegar decidimos darnos la vuelta pues la carretera era
aburridísima, el paisaje monótono y no había demasiados pueblos
interesantes a los laterales del camino. En Ban Bengkhua Kham tomamos
el desvio a Paksong y ahí nos perdimos. Isaac se quedo atrás con
sus historias y yo seguí tirando. La carretera, si se puede llamar
así, estaba sin asfaltar. Los primeros 40Km se me antojaron eternos
y a cada minuto luchaba conmigo misma por no darme la vuelta. En el
Kilómetro 30 llegué a una cascada, ¿Nam Tok Katamtok ? Si era esa
la de la foto de la Lonely Planet ahora da pena verla.
Sin embargo, no todo fue malo... de vez en cuando había trozos del camino aceptables que te permitían levantar la mirada y dislumbrar la preciosidad del paisaje. La carretera cruzaba por la mitad el Plateau de Boulaven,y en ambos lados de ella había montañas verdes. Al no haber carretera asfaltada, los pueblos eran más aldeas y todo era tan Laosiano como en Luang Namtha. El pueblo de X se me antojo auténtico, ahí había un resort con cascadas al que no entré, pero que parecen estar muy bien. Seguí camino a Paksong.
Sin embargo, no todo fue malo... de vez en cuando había trozos del camino aceptables que te permitían levantar la mirada y dislumbrar la preciosidad del paisaje. La carretera cruzaba por la mitad el Plateau de Boulaven,y en ambos lados de ella había montañas verdes. Al no haber carretera asfaltada, los pueblos eran más aldeas y todo era tan Laosiano como en Luang Namtha. El pueblo de X se me antojo auténtico, ahí había un resort con cascadas al que no entré, pero que parecen estar muy bien. Seguí camino a Paksong.
Hice una pequeña parada en Paksong
para comer algo de fruta y al ver que Isaac seguía sin aparecer me
fui a Tha Taeng a tomarme un Manolo. Antes de que se ocultase el sol
me puse en camino hacia Tat Lo deseando encontrar algún GH por el
camino, sien embargo tuve que llegar a los alrededores de Tat Lo para
encontrar un sitio, así que con las manos en la masa acabé en mi
destino 10min antes de que cayese un chaparrón.
En el home stay de Tat Lo era dirigido
por una chica española de 25 años y su marido loasiano de 35, así
que al escuchar el ridículo precio que me pedían no me lo pensé dos
veces y acampé allí. La cena sencilla pero exquisita y de lo más
barato que he visto en todo Laos. Tras darme una ducha me puse a
charlar con un sur coreano y me lo pasé pipa.
El sábado remoloneé un poco en la
cama, pero la calle del pueblo hervía actividad, así que salí a
dar un paseo por las cascadas. Parecía que había trekkings en la
zona y que estaban muy bien indicados, pero enseguida me di cuenta de
que no era así. Al llegar a un pueblo un viejecillo me dijo que si
quería que me acompañará, le dije que no. Seguí mi camino y me
encontré un tractor atrancado en el barro y a una decena de mozos
tratando desesperadamente de sacarlo, así que me llené de barro
hasta los codos y al final conseguimos mover el cacharro. Fue
entonces cuando pareció el hombrecillo con un grupo de chicos y
decidí seguirles.
Dejamos atrás el camino principal por
donde circulaba el tractor, para andar por medio de cultivos y zonas
tropicales, y al final llegamos a otro pueblo. Desde allí se veía
la cascada de Tat Soung, fuimos por el camino de la derecha hasta
subir arriba del todo de la cascada. En un punto de ascensión,
estaba agarrada a la corteza de un árbol que se desprendió y casi
me mato. Al llegar arriba, chapuzón obligado y cuando me harté de la
compañía me fui.
Hice autostop a Tat Lo con un
tailandés, comí algo en casa y cogí la moto para ver los
alrededores acabé recogiendo a un campesino para llevarle a su
pueblo que estaba como que a 20Km, y volví a casa justo a tiempo
para cubrirme de la tormenta. En mi casa empezaron a sacar cervezas,
a llegar gente, entre ellos Isaac y a poner música y bailar.
Fui a otro GH para que me pasasen las
fotos de la cascada los chicos de la mañana y allí hablando en
francés un hombre de 68 años me enganchó por banda y me invitó a
una cerveza. Charlamos durante al menos una hora y viéndole solo sin
nadie con quien hablar, le dije que se viniese a mi guest house que
había bastantes franceses simpáticos con quien charlar. Acabó
diciéndome lo guapa que era y me preguntó si podía venirse a dormir
conmigo y activar mi botón. Respetuosamente le dije que no, que no
es porque fuera él, sino que no me apetecía con nadie y que seguro
que tenía mucha experiencia, pero NO. Se fue.
Bailamos, tocamos la guitarra,
cantamos... hasta que se acabaron las cervezas, y justo cuando
parecía que todo había acabado alguien propuso ir a saltar al río.
En la oscuridad de las linternas nos zambullimos en ese medio
refrescante, que en vez de despejar la mente, a mi al menos me dejo a
tontada y tras alguna canción más me fui a dormir la mona.
El domingo me desperté con resaca,
hacía un calor sofocante. Pague la ridícula cuenta del homestay y
seguí camino hacia Pakse. A unos 23Km de Tat Lo me paré en una
pequeña plantación de café a desayunar cacahuetes, con plátanos y
té, sin dejar de observar como tostaban el café.
Al llegar a Pakse devolví la moto y en
menos de 30min estaba de camino a Tailandia.
SUNKINDARKNESS