Miércoles, 07/03/2012
A la llegada de Kumily un chaval nos propuso quedarnos en su guest house, Panthalams, el precio estaba muy bien y el sitio era divino con una preciosa vista a la reserva natural, así que decidimos quedarnos dos noches. Le pedimos que nos hiciese una lavadora, nos dimos unas duchas, nos explicó las rutas que se podían hacer por el parque nacional de Periyar y nos fuimos a comer algo. Estábamos famélico.
Al terminar de comer nos fuimos a dar un paseo para bajar la comida, así que recorrimos unos 5km hasta el monte Ottathalamettu y así contemplar Kumily y el parque de Periyar. Las vistas no merecían mucho la pena pues todo estaba nublado, pero agradecí dar un paseo por zonas más rurales en vez de tanta calle urbanita. A la vuelta una pareja de recién casados nos dejaron en el centro y dando un tranquilo paseo fuimos a casa a cenar.
El lunes por la mañana madrugamos, a las 6h30 habíamos quedado con un chico que nos acompañaría a recoger nuestras entradas del parque, no apareció. Fuimos a la puerta del parque compramos las entradas y nos dijeron que sólo había una oficina donde podíamos reservar el paseo guiado "Natural Walk". Todos los guías ya estaban ocupados a las 7h, así que decidimos hacer otra excursión diferente el "Green Walk" a las 7h30, mas no apareció el guía. Indignados nos fuimos a la oficina central y pedimos que nos reembolsasen la entrada del parque y la excursión para así poder hacerlo al día siguiente a primera hora, a la hora en que se ven animales. No podían reembolsarnos la entrada al parque y después de mucho marear sucumbimos a lo más fácil haríamos el Natural Walk a las 10h, pero más cabreados que monos.
Subimos a un coche que iba hacia la reserva y fuimos al café a desayunar. Los monos nos contemplaban enjaulados dentro del café mientras saboreábamos nuestras tortillas.
El paseo por la selva me encantó, se respiraba una tranquilidad pasmosa. Las hojas de los árboles caían a nuestro paso. Vimos una manada de jabalíes a lo lejos, una araña cangrejo y sus crías, unas cuantas libélulas y algún que otro mono. Por supuesto, cacas inmensas de elefantes, ciervos y bisontes, pero ni rastro de ellos... habíamos perdido la buena hora para avistar animales. Nos encontramos con algunos cráneos de elefante y zarpazos de tigre en las cortezas de los árboles. Nuestro guía era de naturaleza parlanchina aunque a veces, pensaba yo para mis adentros, la naturaleza no era el tema principal, estuve bastante contenta con su conversación.
Al terminar, no hubo paseo en barquito... esos barcos ya no existían, y sólo los ruidosos y grandes con los que no avistas ni un pájaro surcaban las aguas del lago artificial. Nuestro guía no nos lo recomendó, así que subimos en un rickshaw que nos acercó a casa.
Zipi hacía horas que se encontraba mal, ya en la selva andaba con retortijones. Cayó fulminado en la cama, después de haber pasado por el baño por supuesto. Por la tarde, decidí irme a dar un paseo, no me gusta estar encerrada en casa. Pagué unos zumos que el día anterior no me habían cobrado por falta de cambio, cambié dinero y fui a un local a tomarme un pancake de coco con miel... caro en exceso y un mazacote impresionante.
Empiezo a pensar que todo lo que la Lonely Planet recomendó ha evolucionado de tal manera que ha perdido aquello por lo que fueron recomendados. Los barcos forestales del Parque Periyar sustituidos por otros más grandes y caros, los hostales tanto en Kumily y Mamallapuram han duplicado sus precios, los restaurantes debieron de ser recomendados por gente sin paladar...
Cené fruta para drenar mis venas de tanto colesterol, preparé las mochilas, puse el despertador y los All Starts con sus mates en la tele.
El despertador sonó. Zipi había estado levantándose todo la noche para ir al baño, así que decidí retardar nuestra salida de Kumily para al final tener que quedarnos un día más.
En esta región hay mil posibles planes, pero con alguien atado a la taza del váter complicado. Me tomé el día con calma, un par de horas de internet, comida de enfermos, organización del itinerario y calendario del viaje. Da pena desperdiciar un día en una región tan bella como ésta, pero hay que hacer sacrificios.
El miércoles por la mañana, Zipi ya estaba recuperado del todo. Fuimos a la estación de autobuses y aunque nuestra idea era coger el bus a Kochi para pasar el Holi allí, al final el destino o el azar quisieron que cogiésemos el autobús a Kottayam.
El autobús lo conducía un talento sin descubrir que ganaría cualquier rally. Se supone que tardaríamos 4h en llegar a Kottayam y taradamos 3h. La gente vomitaba por las ventanillas, y yo cual niña estaba extasiada con los vaivenes que me lanzaban de la ventanilla a Zipi, de Zipi a la ventanilla.
Las plantaciones de té y especias eran apoteósicas. Cuatro gotas cayeron del cielo, la gente me pedía que cerrará la ventanilla, me negué de cuan hermoso era el paisaje.
SUNKINDARKNESS