Martes, 10/10/2012
El viernes me levanté tras un largo reposo, empaqueté mis cosas y abandoné el hostel, esa noche domiría en casa de Mark, un chico irlandés que me acogería durante mi estancia en Beijing
Estuve tentada de ir a la Gran Muralla, ¿qué mejor sitio para empezar a visitar
China?, pero mi llegada coincidía con la vacaciones por la fiesta
nacional así que seguro que estaría atestada de gente. Decidí empezar por el Summer Palace, que
de las cosas por ver en Beijing pareceía ser de las flojas y resultó ser gratamente mucho mejor que la mayoría.
A la salida del metro no había ningún cartel indicando la dirección del Palacio de Verano, en cambio ví a casi todo el mundo tan perdido como yo. Hice señas a dos chicas para saber que dirección seguir y al final me preguntaron si quiería ir con ellas. Tras comprar las entradas y comernos unos polos de guisantes, paseamos por los edificios del palacio hasta llegar al lago Kunming que estaba abarrotado de pedaletas y barcos con forma de dragón. Me despedí de mis amigas y me encaminé a la Torre Budista. Cansada ya de tanta gente y después de haberme comido un boniato por la calle, fui al Parque Beihai que aún hasta la bandera era una balsa de agua comparado con el hervidero del Summer Palace.
El Parque Beihai era bastante bonito con un lago central en el que el agua era surcada por balsas con la forma de flores de loto. Me crucé con una chica que llevaba una diadema de orejas de gato atigrado, me senté a ver a la gente bailar y vi maravillada cuando pasaba a mi alrededor. Me encantan los parques chinos llenos de cosas sorprendentes. A la salida del parque, me dispuse a perderme un poco y me vi envuelta entre la multitud que salia de la famosa Ciudad Prohibida, menos mal que no opté por empezar por el Palacio de Verano.
Al llegar a casa de Mark y Tzzy, su mujer, la mesa estaba
repleta de deliciosos platillos. Algunos de sus amigos habían
contribuido trayendo algo de casa, asíque me pareció el momento idóneo
para cortar el lomo ibérico. Se podía ver que era algo que no comían
todos los días. Pasé la mayor parte de la noche charlando con unas rusas
y casi sin poder hablar con mis anfitriones.
El sábado opté por visitar la Ciudad Prohibida, seguro que habría un montón de gente pero he de acostumbrarme a las masas. Salí del metro en Tianamen Square y anduve entre edificios con grandes estrellas rojas.
Al llegar al punto de venta de entradas me encontré con una americana
con la que me pasearía charlando por la aburrida Ciudad Prohibida. Ella
resultó ser igual de aburrida. No sé que esperaba de la Forbideen City,
pero la arquitectura imperial de techos dorados no me sorprendió lo más
mínimo y su contentido, los pequeños museos, aburrídisimos. Tras andar
un par de horas, o quizás menos, cogí el metro para ir al Heaven Temple.
El Parque del Templo del Cielo resultó ser un lugar de reunión para jugar a las cartas, o
bailar, o cantar operas. Bellas melodías se escuchaban por doquier, si no era la gente quien cantaba
habia un hilo musical instalado en los farolillos. La estructura del parque
recordaba a algunos parques occidentales, sólo que los templetes, templos y porches eran todo aquello que cabe
esperar de la arquitectura china y más... eran sorprendentes y
bellísimos. Puedo decir con diferencia que éste es el sitio más bonito de todo Beijing.
En casa de Mark cenamos tofú con verduritas, bebiendo un vino
Sud Africano y teniendo una charla super amistosa. Luego vimos una película.
El domingo decidí hacer una excursión a 235Km de Beijing para visitar el Palacio Imperial de Verano en
Chengde. Fui a la estación de autobús de Xijui, compré el billete y me senté a esperar a que saliese mi autobús. Había un niño sentado a mi lado junto a su madre, pintamos su calabaza china
como si fuese un muñeco de nieve. Durante el trayecto
por autopista que duró unas 3h, el autobús daba bandazos y pitaba, más de una vez me desperté pensando que iba a tener un accidente como el de Nepal.
El Imperial Summer Villa me pareció mucho más auténtico que la Ciudad Prohibida, tan restaurada que daba un aspecto
falso. Me recordó un poco a La Granja de San
Ildefonso o Versalles, un bosque colindante al palacio y sus jardines. El
comienzo del otoño no hacía ningún bien al parque, resultaba seco,
pero estoy convencida de que en primavera-verano debe de estar mucho más bonito. Un hombre chino con el que me crucé en varias ocasiones se pusó a andar conmigo y a contarme la
historia de los edificios que nos íbamos encontrado, supongo pues iba señalándolos a nuestro paso. Creo que antes de despedirse me invitó a ir con él a algún hotelito, sólo que como hablaba en chino puedo
estar equivocada.
El lunes iría a ver la Gran Muralla, al fin.
Cogí el autobús a Miyun y en la primera parada
del pueblo, unos taxistas me sacaron a la calle. Aún medio dormida sin saber que pasaba se pusieron a regatear
conmigo sobre el precio para ir a Jinshanling, conseguí un muy buen precio. La idea inicial era ir andando desde
Jinshanling hasta Simatai, unos 10Km que se podían hacer en 5h, así que le dije al taxista que no volvería con él porque cogería un minibus en Simatai, luego me enteraría que en Simatai están construyendo una serie de resorts
por lo que está cerrado. Apenada por no hacer el
treking por las zonas no tan restauradas de la Gran Muralla y pensando que si
hubiese tenido un compañero de viaje quizás si me aventurase a la posibilidad de no encontrar un taxi en el
destino, o de tener que dar la vuelta tras horas de andar, me iba acercando a
la Gran Muralla.
La Gran Muralla, serpenteante entre las montañas, era impresionante. Dos años atrás visite el trozo de la Gran Muralla de Yulin, daba realmente
pena, era sólo una muralla de arena de apenas
1Km de largo, en cambio Jinshanling era todo lo soñado y más, no pude evitar preguntarme como
sería Simatai mucho más restaurada y dicen mucho más turística... quizás esté tan restaurada y con el nuevo resort haya perdido toda su
autenticidad.
Al terminar de visitar la Gran Muralla china los taxis me pedían una cantidad desorbitada de dinero por volver a Miyun, qué pena no haber cerrado el trato con el taxista que me trajo, así que empecé a preguntar a los autobuseros de
los tours si tenían alguna plaza libre para ir a Pekín. Conseguí una plaza libre en un autobús con unas afro americanas pagando, no sé porque pensaba que me llevarían gratis, rollo autostop.
Me di un paseo por los alrededores del Lama Temple pues este estaba cerrado a mi llegada y volví a casa a preparar una tortilla de patatas para mi despedida. Estaba super rica.
El martes preparé la mochila y fui a la Lamaseria.
Resultó ser mucho más de lo que esperaba, después del Heaven Temple, éste es sin duda mi favorito.
Cansada de estar sola y un poco triste por verme de nuevo en la calle sin saber donde dormiría esa noche, conocí a una alemana. Dimos un paseo por Hutong, comiendo en una de sus calles y viendo la Torre de la Campana, y me quedé con ganas de pasear más tiempo por allí pero me esperaba el tren a Quingdao.
SUNKINDARKNESS