jueves, 16 de julio de 2015

Patoruzu - Navegando en velero por Grecia

Jueves, 16/07/2015


Experiencia que ha sido como un sueño hecho realidad. Un regalo que trae la vida, y qué regalo…

Salto al mar al despertar. Golpe de frío refrescante. Los músculos se tensan y se relajan. Algunas brazadas. Volteretas. Ascenso por la escalerilla. Sentarse en la proa. Secarse al sol. Sentir la brisa.


Atarse las zapatillas. Colocarse el arnés. Agarrar la herramienta de trabajo. Subir peldaño a peldaño y asegurar cada paso con el mosquetón. Ir sintiendo el vértigo. El bamboleo de las olas producidos por los ferrys cercanos. El viento. Sentarse en la cruceta. Seguir ascendiendo. Mirar abajo.

Subir el bote y atarlo. Remos y cabos en su interior. Izar la escalera. Cerrar ventanas. Comprobar que no haya nada que se pueda caer ni dentro ni fuera. Girar la llave. Esperar 10 segundos. Encender motor. Esperar un minuto o dos. Subir el ancla, siempre con la cadena en vertical. Maniobras. Gritar: -Libres.


Apagar motores. Bajar la escalera. Saltar. Nadar. Profundidad del fondo marino: 700m. Bucear el ancho del barco. Asombrarse por la calidez del mar abierto en su primer 1'5m de profundidad. Comprobar que el resto es frío.

Hacer un haz de guía en el puño de driza de la vela Genoa. Pasar los cabos de las escotas por las raíles de delante si vamos en ceñida o de través, en los de atrás si vamos con viento en popa. Desatar la vela de los guardamancebos. Izar la vela. Tensar la escota del lado de sotavento. Casar la vela hasta que no gualtrapee. Pujamen y la baluma casados en armonía. Casar mucho la vela si vamos en ceñida, filarla si el viento viene de la popa.


Sentir las capas de sal acumulándose en el cuerpo y el pelo. La piel cada vez más tersa, cada vez más seca.

Horas muertas en cubierta. Nada que hacer. Mirar el horizonte. Tumbarse al sol. Buscar un pequeño rincón de sombra bajo la botavara. Comer.


Descubrir un color diferente en el horizonte. Decidir acercarse a investigar. Descubrir una ballena hinchable llamada Willy a 5h de la costa más cercana. Rescatarla. Un submarino militar navegando a 5Km.

Seguir el rumbo. Orientarse con las islas que te rodean, con el sol, la luna o estrellas. El compás marca el sendero.


Anochece. El sol en el horizonte. Saturno y Venus no pueden estar más juntos. Estrellas fugaces, meteoritos. El sonido de las olas cambia. Delfines en un mar de noctilucas. Preciosas sombras recortadas en verde fosfórito.

Viento de 30 nudos en la jeta y qué los ojos brillen de entusiasmo enajenado. Timonear a 5 nudos mientras la velocidad aparente es de 15. Casi sentir que vamos a despegar a 8 nudos, mientras el barco escora a más de 45º. Esas frías y refrescantes salpicaduras al rolar las olas. Orzar hasta el limite y derivar… Adrenalina. La lucha con la rueda de timón. Excitación y miedo mezclado. Dominio de las olas, del viento. Cabalgar.


Bañarse a la luz de la luna y ver tus piernas brillar a cada patada. Bucear y tus manos quedan iluminadas a cada brazada. Felicidad extrema. Noctilucas.

Amenacé. El sol en el horizonte. Los delfines aparecen. Se cruzan. Saltan. Aplausos. Más saltos.


Olvidar el tiempo. Confundir las etapas del día, pensando que eran días diferentes. Vivir de sol a sol y de luna a luna en el exterior.

Sentir la tranquilidad del paseo sobre las olas y quedarse dormido al mecer de una cuna. Escuchar el sonido al romper las olas desde el camarote de proa, el agitamiento de una minitormenta. Sueños extraños, descanso intranquilo.


Convivir bajo ordenes, ¿sin preguntar? Convivir en un espacio reducido. Buscar y no encontrar un sitio privado, fuera de miradas ajenas.


Convivir entre sonrisas. Entre tonterías y chistes.


Esa primera pierna del Patoruzu: Adri y su sonrisa, Pato y su amabilidad, Pepe y su picardía, Lorena y sus tonterías, y Manu que nos llevó a surcar el Egeo, el Jónico y el mar Cretense. Gracias por esta increíble experiencia de navegación y convivencia.


SUNKINDARKNESS