jueves, 20 de marzo de 2014

El cañon del Colca

Miércoles, 19/03/2015

Después de una eternidad de viajes, o al menos eso parecieron, y realmente debió de serlo. Tras un par de autobuses uno de 10h otro de 5h con su pertinentes 2h de transbordo… el tiempo se dobla en una curva infinita y pierdes el sentido de pasado y presente. Las quejas de unos, el cansancio de otros y el malestar en general pesan… y sin embargo al llegar estás mejor que nunca.


Ese paisaje maravilloso de las Pampas Cañahuas rodeado de volcanes nevados, la variedad de tonalidades de la madre tierra, esos cactus de mi mismo tamaño, ese creciente verdor, esos riachuelos, esas terrazas de plantaciones, ese trigo bailando con el viento, esos animales: vacas, burros rastafari, ovejas embarradas, algún caballo… y al fin esas llamas, ese símbolo peruano por el que no puedes evitar emocionarte… sobre todo al ver a esa pequeña criatura con apenas meses.


Las montañas rodeadas en su cumbre por esas preciosas nubes que tanto ayudan a la piel a descansar de este sol infernal. Los cóndores surcando los cielos, y a su vez decenas de diferentes pajarillos revoloteando no lejos del suelo.


Esos paisanos de pieles oscuras, vestidos con los más diversos gorros todos ellos de estilo europeo, con esos zapatos de piel marrón, con esos calcetines de lana de alpaca que hacen de calentadores, con esas faldones enaguados, con los cabellos trenzados más allá de la rabadilla, con esas telas coloridas que anudadas en el cuello les ayudan a cargar o con sus niños, o con sus bártulos.


Cabanaconde resultó estar a 3287m de altura, esos pequeños esfuerzos físicos de los que no te percatas normalmente, una corta carrera, subir las escaleras, o sencillamente dormir resultaban ser un poquito dificultosos, aunque no causaron mayor problema.


Tras descansar del penoso viaje desde Nazca hasta el cañón, nos fuimos a dar un paseo por las inmediaciones y acabamos en una colina con una cabaña y una cruz desde donde pudimos imaginar cual sería nuestro destino al día siguiente. El itinerario para el paseo por el cañón lo decidimos gracias a la información del hostal hippie de la ciudad.


Madrugaríamos para así evitar estar expuestos al sol en las horas más calurosas. Desayunaríamos en el mirador de San Miguel y empezaríamos a descender de los 3300m hasta los 2250m a través de una niebla que iba y venía cual ola en el mar.


Tras la cargante bajada de 4h, donde las piernas nos empezaron a temblar y donde de vez en cuando nos escurríamos, cruzamos el puente y ascendimos un poquito hasta San Juan de Chuccho (2300m).  Resultó ser lindísimo. Aquí se debe preguntar a los paisanos que camino seguir para ir a Cosñirhua puesto que el camino principal se dirige a Tapay (por lo visto no merece mucho la pena). En San Juan de Chuccho, Casa de Gloria con césped verde sombreado por Granadinos e Higueras.


El camino continua bastante nivelado al lado de una acequia hasta un puente, donde el río invita a refrescarse. Una fuerte ascensión hasta 2660m nos dejará en Cosñirhua. Malata a 10min y en la misma altura, tiene una plaza de armas bastante bonita. Cerca es posible comprar algo de comer y agua.


En ascensión por la carretera durante una larga distancia, más tarde descendiendo se llega a una aldea de cabreros con unas porterías de fútbol. Allí  uno puede dejar la carretera salir de la carretera y coger un sendero que nos acerca a las chumberas de Paclla.


Tomando de nuevo carretera, llegaremos a otra pequeña aldea donde los paisanos tras adularlos un poco con lo bellísimo de sus ropajes se dejan hacer alguna foto.


Llahuar a 2130m se encuentra desciendo hasta el puente. Sus piscinas de agua caliente relajan el cuerpo tras una intensa jornada de caminata. Rica cena de sopa de maíz y tras un té con coca se puede jugar a las cartas, al monopoli o al Jungle Speed.


La ascensión de Llahuar a Cabanaconde de 2130m hasta 3287m se hace progresivamente primero por carretera seguido de eses escarpadas hasta un ligero paréntesis que nos acercara a una cascada, para acaba r con otra ascensión escarpada en ese. Un total de 3h30 hasta la cascada y 1h30 hasta Cabanaconde. Los últimos por las colinas en ligera ascensión llenas de flores amarillas y avispas se hace lo más desmoralizador de la experiencia.


Llegar a Cabanaconde exhausto llena de orgullo, la pequeña insolación recordará lo difícil de la etapa. La recompensa no se deja esperar, los lugareños sonrientes son de lo más complacientes y que mejor que descansar en un autobús contemplando el increíble paisaje del cañón, de las pampas, de los prados, de los volcanes, de las montañas, de las llamas, los ciervos, los cóndores, el verde, la tierra, el sol, las nubes… la naturaleza, la vida.



SUNKIDARKNESS