martes, 17 de marzo de 2015

Península de Snæfellsnes

Martes, 17/03/2015

Aunque el comienzo del viaje fue en el aeropuerto de Keflavik recogiendo el cochecito (lugar donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo), podemos decir que no sentiríamos que es realmente poner los pies en Islandia hasta llegar a Bogarnes. Levantarse y encontrarse cerca de las montañas y enfrente del mar, no tiene precio.


Desde Bogarnes y equivocándonos de ruta, acabaríamos yendo por la carretera 60, uno de los lugares que más me gustó con diferencia de Islandia, hubiese podido ir y venir por el puerto de montaña una y otra vez en un bucle infinito.


Por fin, entramos a la Península de Snæfellsnes habiendo variado completamente nuestra ruta, en aquel momento me sentía medio enfadada y cansada de haber pasado tantísimas horas conduciendo y no haber apenas haber andado por esas parajes maravillosos. Sin embargo, a la llegada al hostel de Stykkishólmur, no tardaríamos ni 30min en registrarnos y comer para acabar así saliendo a nuestra primera aventura.


Anduvimos a la cumbre de Helgafell sin mirar a atrás y sin hablar concentrados en nuestros 3 deseos. Los míos fueron: ver el eclipse, ver las auroras boreales y ver una cueva de hielo. No todo se hizo realidad, pero la vida es suficientemente larga como para que terminen cumpliéndose, sobre todo si se es perseverante. Seguramente Arturo pidió poder hundir el martillo de Thor en las profundas aguas del lago colindante, y seguro que con el deshielo se acabará haciendo realidad su sueño ^^.


En Stykkishólmur hay ese bonito faro, el ascenso no es duro, a menos que este nevando o lloviendo y que haga un viento venido desde las mismas profundidades del infierno helado.


Descanso en el hostel, primera deliciosa cena. Cervezas para unos, bailes para otros. Expedición nocturna tratando de divisar auroras.


El lunes por la mañana por fin nos dispusimos a recorrernos las carrteras externas de la peninsula. Fue uno de los mejores días con diferencia. Montañas a un lado, mar al otro. Cascadas heladas y sin helar.


El viento azotaba de todos los lugares el vehículo, tanto es así que hay una pequeña anécdota que os quiero contar. Salí del coche, el viento era tan poderosos que apenas pude cruzar al otro lado de la carretera. En una cuesta me puse a 45º y no me caía pues el viento aguantaba mi peso, saltaba y el viento me arrastraba un metro hacia atrás. Quise volver a cruzar la carretera y acercarme al coche, el viento embalo mis pasos, yo sólo trataba de frenar sin ningún tipo de resultaba y sólo podía ver el otro lado de la carretera lleno de gravilla y el mar, tuve que decidir tirarme al suelo para poder frenar y así no terminar a saber donde y como.


Otro de mis lugares favoritos fue el faro de Öndverdarnes donde se podía ver un mar picado como ninguno y a las gaviotas disfrutar del kyte-surf. Era tal el poder del mar y el viento, que cerca del acantilado nos comimos una ola enorme, pero al ir a entrar al coche que estaba en la carretera y alejado sentimos también la sensación de una ducha a presión del manicomio.


La zona sur de la peninsula no carece de encanto, inmensos campos de rocas con su musgo se dejaban ver a ambos lados de la carretera. Si hay gente pequeña en Islandia, duendes, hadas, trolls, de seguro viven en esas zonas.


Otro de los lugares increíbles fue el camino de la costa entre dos pueblecitos, muy cerca de Vatnshellir. La playa de Djúpalónssandur de rocas negras fue increíble, la zona de espumas marinas, y el monstruo de piedra. Un paisaje sublime. 



Cercano a Arnastapi, se encuentra un cañon que merece la pena visitar. Las primeras cavidades son mágicas y realmente te hacen pensar a caminos ocultos e inexplorados. Sitios donde nunca antes ha estado.



SUNKINDARKNESS