Viernes, 15/03/2013
Las islas filipinas y el mar que las envuelven es de una belleza cegadora. El reflejo del sol en las aguas del mar provocan efectos de luz que recuerdan a las estrellas, las puestas de sol son de una belleza abrumadora, el perfecto amanecer, las estrellas en el cielo sin polución de las islas... todo te invita a soñar con una vida en ese paraíso.
Los filipinos son tan amistosos y sonrientes que es muy fácil sentirse como en casa, a la vez que te sientes especial. Andas por las calles y te das cuenta de que cientos de personas te están mirando a ti, te sonríen y comparten cierta complicidad contigo. A veces me sentía cual diva andando por las callecitas, sonriendo, saludando aquellos que me saludaban o guiñaban un ojo... miradas cargadas de sensualidad sin malas intenciones.
Hay una cantidad enorme de couchsurfers en Filipinas. El país es caro, pero se puede buscar la manera de gastar sólo imprescindible. Los vuelos suelen ser más baratos que los ferries, aunque te pierdes el encanto de sentirte rodeado de océano.
Faltan palabras para describir tanto el paisaje como la interiorización de lo vivido en este increíble lugar. Mi experiencia en Filipinas ha sido perfecta, tanto porque el país es maravilloso, como porque la gente es muy amistosa y por el compañero de viaje alucinante que hice y con el que tantas miradas de complicidad he compartido, Bruno.
SUNKINDARKNESS