Domingo, 06/08/2017
Llegamos y nos sentimos enseguida a gusto, encontramos un confort que no teníamos desde hacía meses. De repente la velocidad empezó a reducirse y al fin descansamos.
Bogotá resulto estar llena de contrastes, y nunca mejor dicho.
En el barrio de la candelaria se pueden admirar una enorme diversidad de creaciones que los humanos hacen en nombre del arte. Se encuentra murales, grafitis, pinturas... parece que el arte sea algo inherente a esta ciudad.
Creo que si viviese de manera permanente en Bogotá y tuviese una rutina que me hiciese pasar todos los días por una zona de preciosos murales, no habría día en que mis pensamientos me evadiesen del momento preciso en que pasase a su lado.
Y es que hay algunos que son absolutamente realistas, otros simples, abstractos... y sin embargo su belleza es algo impactante.
La plaza del Chorro de Quevedo es sin lugar a dudas mi lugar favorito de la ciudad. Llena de ambiente, jóvenes, artistas y murales.
El museo Botero nos sorprendió con las obras de arte de este artista, y otras muy reputadas, y vanguardistas.
El edificio dónde se encuentra es una antigua preciosa casa colonial con un bellísimo patio.
El museo del oro es definitivamente algo único en el mundo. No sólo se describe la historia de este metal y como los orfebres lo trabajaron en los diferentes lugares del mundo, además lo integra en la historia de Colombia y sus diferentes regiones y las creencias del momento.
Sin embargo, no todo es oro lo que brilla...
Ocurre que cuando te relajas mucho es cuando ocurren esas cosas que llevabas tiempo temiendo. Esas cosas por las que estabas alerta, concentrado y estresado. En un descuido, al ingresar en el transmilenio nos robaron tanto a Oli, como a mí, sendos móviles. Por supuesto, tuvimos que ir a presentar la denuncia, bloquear tarjetas sim, sentir impotencia por no poder hacer transferencias bancarias...
SUNKINDARKNESS