Miércoles, 07/06/2017
San Salvador resultó ser impresionante, casi escalofriante, con todos esas franquicias, centros comerciales, supermercados... El centro histórico, está aún sin invadir. La catedral con los restos del beato Romero, la iglesia del rosario de los dominicos, la plaza de la libertad y el teatro real, mantienen cierto estilo colonial.
En los autobuses todo el mundo te mira, y al devolverles la mira todo el mundo sonríe. Entablar conversación es sencillísimo. Los salvadoreños son muy amigables.
Un chico que encontramos en el autobús, nos recomendó ir al Museo del Ferrocarril, siendo este una cosa excepcional en el país, y darnos un paseo en el tren. El tren era una antigua locomotora, en desuso desde hace años.
Bonitos murales rodeaban el museo del ferrocarril.
Andre nos trató de maravilla. Buenas conversaciones, buena música y unas cervecitas. ¿Qué más se puede pedir?
SUNKINDARKNESS